Política

El derecho a expresar públicamente el descontento

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De eso, y nada más, se trataron las manifestaciones ciudadanas que tuvieron lugar el sábado, de avisarle al supremo gobierno de doña 4T que existe mucha gente —personas reales y de certificada mexicanidad— que no está nada contenta con la manera en que se está llevando la cosa pública en este país.

Así sea que desde las alturas del poder se les niegue cualquier legitimidad a los opositores, México es una nación tan suya y entrañable como la que habitan los otros, los fervorosos seguidores del oficialismo. Y, por favor, la constante e incondicional alabanza a los gobernantes no es la única postura para poder habitar una patria común.

Disentir es parte inseparable de la normalidad democrática y la mera existencia de sectores de la población que manifiestan su descontento debiera de meterle ruido al poder: lo primerísimo que tendrían que preguntarse quienes están al mando es si están haciendo realmente bien las cosas y, luego de mirarse detenidamente en el espejo, trabajar con más empeños o de plano corregir el rumbo.

No ocurre así con los mandamases que tenemos aquí, ni mucho menos. Son soberbios, intolerantes y ruines, aparte de incapaces. Tan engreídos, encima, que necesitan de la permanente adoración de sus consintientes súbitos, como reyezuelos de un señorío bananero. Y, por si fuera poco, se arrogaron, por sus pistolas, una dimensión histórica equiparable a las grandes gestas del pasado antes de siquiera haber comenzado a limpiar la casa,

Los resultados que tanto cacarean —la disminución de la pobreza a punta de transferencias de recursos de los sectores productivos hacia los grupos más desfavorecidos sin que ello cambie de fondo la realidad que viven las personas asistidas— se topan con el rosario de barbaridades que arrastran: una nación ensangrentada, regiones enteras en las que el Estado ha perdido sus potestades al caer en manos de las organizaciones criminales, un sistema de salud colapsado por la falta de recursos, un millón de mexicanos muertos (800 mil a causa de la desastrosa gestión de la epidemia del SARS-CoV-2 y otros 200 mil pura y simplemente asesinados) y, entre tantos desbarros, el desmantelamiento de las instituciones de la República.

Sales a la calle a decirlo y resulta que no eres un mexicano cabalmente indignado sino parte de una maquinación de la “derecha internacional”. ¡Madre mía!


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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