Cultura

El amor sigue siendo de interés

Me refiero al hecho de que el amor sigue siendo un motivo literario que despierta el interés de todo lector(a), como lo es desde el siglo XVIII, periodo de auge de la novela romántica.

Desde luego, las historias y los géneros ya no son como los de hace 300 años, pero el motivo sigue siendo el mismo: la relación amorosa y sus derivaciones eróticas; el desamor y sus devastadoras consecuencias; los vicios del amor en exceso, causantes de emociones de baja pulsión; todo bajo nuevas relaciones entre géneros, nuevas formas de expresión, las mismas pasiones bajo conductas diversas… Las secciones de novela romántica siguen siendo muy amplias y socorridas en las librerías, y múltiples páginas de reseñas y recomendaciones pueblan las revistas de todo el mundo… occidental, porque el Oriente las cosas son diferentes, aun cuando hay un núcleo social calda más amplio que consume literatura occidental u oriunda escrita bajo cánones occidentales, al grado de que un número creciente de escritores asiáticos, primordialmente, está siendo traducido a los idiomas occidentales, dada la gran aceptación de su literatura.

Las tramas amorosas siguen siendo el atractivo central de las novelas, y es explicable el porqué. De un modo u otro, el vínculo amoroso entre dos o más personas nos muestra cómo somos; virtudes y defectos en pleno desarrollo bajo distintas situaciones nos revelan los límites éticos y emocionales, así como los potenciales efectos de una u otra salida a los conflictos que se presentan. Lo digo de una manera coloquial, si se considera que el lenguaje juega un papel fundamental tanto en la exposición del amor como en su construcción misma, según los informan las novelas más extraordinarias, de las cuales seguro estoy que guardamos memoria.

Sin embargo, no es precisamente ese el valor del motivo del amor en la literatura y, acaso, la causa de su perennidad. El amor se construye en la realidad y en la literatura, y en numerosas ocasiones suele ser tan memorable o complejo que su intensidad provoca historias literarias, y las historias, tan impactantes, que alimentan el amor real. Así, la realidad y la ficción se entrelazan para construir una nueva realidad, enriquecida. Nadie puede resistirse a la novedad del amor, espacio idóneo para reconocerse en la identidad colectiva, pues todos amamos, tarde o temprano. Un espejo en el que podemos vernos, en solitario.


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Porfirio Hernández
  • Porfirio Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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