La era de Claudia Sheinbaum al frente (por lo menos nominalmente) de la autollamada cuarta transformación, comenzó en efecto como el parto de los montes de aquel relato de Esopo donde tras el tremor y estrépito de las montañas que auguraban un nuevo volcán, a la hora que se partieron simplemente “parieron” un pequeño ratoncito. Así fue esto del proceso selectivo de Morena para elegir a la que sin duda será su candidata a la presidencia de la república. Por ello no deja de admirar el ingenio de López Obrador para disfrazar lo que fue una decisión preconcebida -dedazo se llamaba en tiempos anteriores- que todos, menos Marcelo Ebrard entendieron desde que optaron por la comparsería. A fin de cuentas, no habría perdedores ya que todos, menos este último mencionado, sacarán un provecho específico o lo que les hayan prometido.
El presidente Andrés Manuel tiene todo esto calculado. Veamos el caso de la “entrega” del bastón de mando en un ritual casi ridículo en un restaurante cerca del zócalo capitalino. El supuesto es que ahora sí el mandatario no intervendrá ya en el manejo y curso de la “4T” aunque, por otra parte, se ha designado ya nada menos que a su “hermano” Adán Augusto López (cuarto lugar de la famosa encuesta) para coordinar la futura campaña de Sheinbaum, y como un apunte de que quizá retornará, una vez triunfantes en la próxima contienda electoral, a Bucareli para desde la Secretaría de Gobernación, poder “auxiliar” a gobernar y, está visto, ser el enlace directo con López Obrador quien seguiría desde el “retiro” de Palenque, tomando las decisiones fundamentales de la nación.
¿O alguien piensa que realmente tendrá Sheinbaum el poder y todas las facultades y atribuciones que el hoy presidente? El ejemplo está a la vista ahora que tendrán que empezar los procesos selectivos para gobernadores, incluida la que será muy disputada jefatura de la ciudad de México, así como los demás cargos de elección, especialmente para la conformación del siguiente Congreso. La ingeniera Sheinbaum tiene cualidades personales indiscutibles y ha acuñado experiencia política al lado y a la sombra de López Obrador durante casi treinta años, pero incluso en su recorrido anterior por el país mostró casi total desconocimiento de lo que sucede en la mayoría de las entidades federativas. Su desconecte social se vio casi total en muchos lugares y los gobernadores morenistas se las vieron difíciles hasta para los acarreos.
Sin embargo, además de la aparente escisión de Ebrard, los amagos de rompimientos se multiplicarán seguramente cuando empiecen a definirse muchas candidaturas. Una prueba será la jefatura de gobierno de la ciudad de México. Acaba recién de renunciar el titular de Seguridad Pública de la capital, Omar García Harfuch, precisamente para estar en condiciones legales de ser candidato, lo cual difícilmente hubiera hecho sin la determinación de Sheinbaum para que llegue a ocupar el cargo y convertirse de facto en su sucesor. Otro “dedazo” gestado sin duda en las oficinas de Palacio Nacional. A García Harfuch le ha costado abrirse paso, inclusive luego del atentado que sufrió, ya que es hijo de Javier García Paniagua y nieto del general Marcelino García Barragán, toda una estirpe en la historia política del país bajo el PRI. Empero, ahí están más que puestos Clara Brugada y Ricardo Monreal que dicen ya les toca, el substituto actual Martí Batres y ahora hasta la nueva bufonada de aspirar del gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco.
El caso Ebrard no será el único donde se tope Morena con desacuerdos y fractura internas. El presidente en apariencia se aparta de la toma de decisiones, pero algunas le afectarán todavía directamente. Veamos que aún en la Legislatura que corre, morenistas que se van separando porque se identifican por tal o cual corriente -a la inconformidad de Ebrard se pueden ir sumando muchas más-, podrían en su caso no sentir ya el compromiso de responder sin reparo a la voz presidencial. Claro que lo peor para el presidente será la siguiente ya que está empecinado en que logre Morena su soñada mayoría calificada (dos terceras partes en la Diputación y el Senado), lo cual hasta Fernández Noroña aceptó que será muy difícil y complicado. Esta vez, si el avance de la oposición toma mayor firmeza en su avance, muy probablemente aun ganando Sheinbaum la presidencia, el Congreso no le sea afín, y quizá ni mayoría relativa alcance lo cual sería catastrófico para su gobierno.
La transmisión del poder que López Obrador simboliza con un bastón es casi un folclorismo si se toma literalmente. Como dijo Xóchitl Gálvez, la presidencia no se hereda, si bien en los gobiernos anteriores la simple postulación de los candidatos presidenciales sustituía de hecho gran parte del poder real del gobernante en turno. Ya iniciado formalmente el proceso de acuerdo con la ley, vendrán días de acomodos y reacomodos uno tras otro. Queda a unos días de decidirse la cuestión de Ebrard, que podría afectar si escucha a las sirenas de Dante Delgado, pero tienen hasta los morenistas razón al reconocer que para Sheinbaum esto ya no parece será el día de campo que planeaba el presidente. AMLO hizo su juego, surgió su elegida y favorita, única quizá en darle garantías de lealtad, aunque su nombre haya surgido de, efectivamente, como el parto de los montes, haciendo real lo evidente.