Ya avizora en cuestión de semanas el primer año de Pablo Lemus al frente del gobierno de Jalisco. Sin embargo, este tiempo ha sido suficiente para advertir el perfil de su administración, los problemas que sigue enfrentando, la obra pública que tiene diseñada para el siguiente lustro y, también, la manera en la que ha debido sortear una complicada relación con el gobierno federal con el cual caminará prácticamente hasta el fin de su mandato. Por si fuera poco, ya desde temprano también tiene en cierne una imparable ola de aspirantes políticos a los distintos puestos de elección que se dará a mitad de su gestión y las dificultades propias de una operación política que, en su caso, ha dejado algunos puntos cubiertos medianamente, como sucede en un Congreso, sin mayoría absoluta, que puede frenar sus pretensiones de tipo legislativo.
Le han sido favorables las vinculaciones con el sector privado, cosa que no es de extrañar ya que su origen empresarial, especialmente en la Coparmex, le ha ayudado a entender la situación económica del momento y la forma de ir resolviendo los cambios en las nuevas estrategias gubernamentales, actualmente no todas favorables al crecimiento y a mantener el empleo. El prestigio estatal de la materia navega como todo el país, en un medio de incertidumbres, unas internas y otras del extranjero, corre riesgos continuamente y resulta muy difícil hacer pronósticos de la manera en que se puede salir delante de asuntos fiscales, políticas laborales, amenazas arancelarias y muchos más. A todo ello, se agregan asuntos que se tornan críticos como lo es la caída general en la industria de la construcción y en distintos ramos fabriles, así como acontece ahora, en la producción del campo, cuyos síntomas más agudos se dan en precios de garantía como en el maíz, de lo cual se ha estado viendo consecuencias graves en estos días con los desastrosos plantones en las principales rutas de acceso a la ciudad.
Empero, una de las más difíciles cuestiones sigue siendo la de la seguridad pública. Aquí, como en otros temas, Lemus ha debido conciliar con las autoridades federales de la materia. No hay otra disyuntiva. Con Omar García Harfuch se advierte una relación positiva y, de suyo, las fuerzas policiacas estatales y algunas municipales se han venido a sumar a la lucha contra el crimen de forma ineficaz, logrando abatir algunos de los delitos de mayor impacto, aunque esto dista, y mucho, de constituir una solución integral. Los casos como los de Teuchitlán, Teocaltiche, Lagos y la misma zona metropolitana de la capital jalisciense, son signo de lo lejos que se está de resolver el esquema complejo provocado por el hampa organizada y de un cártel que sigue manteniendo aquí sus raíces, aunque extendiendo sus acciones hacia otras entidades e incluso hasta en el extranjero.
Muchas cuestiones más surgen del aspecto de servicios públicos y de las obras requeridas para atender las necesidades de la población. La movilidad, sobre todo, constituye un verdadero dolor de cabeza que se intensifica en las vías más transitadas de la zona de Guadalajara, centrado en avenidas como López Mateos pero que en casi igualdad de dificultades bien puede ya equipararse a la vía de Tesistán, o la ruta a Nogales, a Tonalá y en cruceros que piden a gritos soluciones viales. Claro que se está en el punto en que hay esperanza de paliar los males con los trabajos en proceso que, se ha visto, parecieran más bien enfocados al próximo torneo Mundial de Fútbol, que no deja de ser importante, pero algo pasajero y que puede llevar a acciones precipitadas. Veremos si con la entrada en servicio de la línea 4, de los macro buses en otras rutas, etcétera, puede abatirse el problema.
Pero, para todo ello, ni duda cabe de que resulta primordial una buena relación con el gobierno central, de donde parten las decisiones para otorgar los fondos indispensables para complementar presupuestos. De ahí que sea entendible la relación de Lemus con la presidenta Sheinbaum, en un espíritu de cordialidad que realmente no se tuvo en el régimen estatal anterior ni en el presidente anterior. Sin ver las cosas con mirada demasiado optimista, lo deseable es que esta relación continúe para bien de Jalisco, si bien hay cuestiones latentes como la intención manifiesta del partido de la presidenta de adelantar los tiempos para alcanzar en Jalisco la joya de su corona.
Los meses han pasado y pronto Lemus habrá de cumplir una primera etapa de su gobierno. Encrucijadas las hay, y muchas. Sin embargo, es de esperar que se superen escollos, que no aparezcan los aprontados políticos y que los afanes personales no desborden la intención de un gobierno más equilibrado y justo.