Sin duda el título de este artículo nace de la inspiración que genera la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, pero la verdad viene muy a modo la novela de García Márquez para empatar con lo sucedido hace apenas unos días en el país. En efecto, aquella historia objeto de la narrativa del extraordinario autor colombiano no se parece tanto, excepto que el “patriarca” entra en paralelo con todos aquellos gobernantes autócratas que, pese a todo, querían extender su mando y ejercer el máximo poder posible. Y ello nos permite emular bastante al ex presidente Andrés Manuel López Obrador quien, sin reparo ni recato, sigue marcando líneas al gobierno que supuestamente ya no es de él y que encontró en la presidenta Sheinbaum su continuismo. ¿Qué tanto ha logrado Claudia Sheinbaum desprenderse del hilo conductor? No lo sabemos, aunque son por ahora barruntos los que se han dado para considerar que por fin empieza a fracturarse una vinculación que se defiende al punto de poder amenazar con un regreso a la vida pública.
Se le han de estar quemando las habas a AMLO en su retiro que, dijo, sería definitivo, como para querer hacerse presente luego de que uno de sus consentidos de su sexenio, el fiscal Alejandro Gertz aceptara ser despedido de tal cargo, para ocupar un puesto diplomático como salida habitual de todo político venido a menos. La famosa salida digna, según el argot común entre ellos. Esto evidencia que, después de todo, no deja de haber juegos de vencidas en lo más alto ya que, por conocido se da, Sheinbaum busca también irse por la línea de los incondicionales a su servicio. Gertz, en realidad, no era nada bueno para el régimen, con lamentables antecedentes que le ubican en ejes nada apartados de la prepotencia, el encarcelamiento de inocentes, ilegalidades y vaya usted a saber qué más. Sin embargo, la sucesión está trazada y hasta cantada con el “interinato” de Ernestina Godoy, una fiel seguidora de la presidenta y que le acompañó en su equipo antes y ahora.
¿Y la autonomía de la fiscalía general de la República? Bien, gracias. Todo indica que la búsqueda del poder absoluto sigue su marcha. Por ahora, la mandataria dispone a su gusto de los tres poderes y, claro, no está por demás acabar con cualquier cosa que asome a la autonomía, como las desaparecidas comisiones que todos sabemos. Contar con una fiscalía que de por sí ya se había doblegado totalmente con López Obrador, ya era bueno, pero mandar en ella a placer, de manera todavía más a modo, pues mejor. No obstante, la presidenta sigue hablando en su mañanera de libertades, democracia y cosas por el estilo, sabiendo que su verdadera guerra es interna, dentro del morenismo y personajes dañinos que le dejaron incrustados.
Nadie esperaba que en medio de este momento turbio, –uno más–, de la actual administración federal, AMLO quiso dar el manotazo en la mesa, pasar lista y hasta amagar con retomar la calle si se dan, dijo, situaciones que amenacen la democracia o la soberanía, y, en su caso, también sería motivo de salir si se da el caso de ataques a la presidenta. Esto, a propósito del lanzamiento de su libro “Grandeza”, mismo que no sabemos si en realidad corresponde a sus ánimos personales en ese sentido. Menos mal que había prometido una y otra vez que se retiraba para siempre y que ya mejor que nadie se acordara de él. Hoy él mismo se pone al descubierto y resulta que está más que puesto para “apoyar” a su cuarta transformación. Y la presidenta, como agregado, anuncia que este sábado hará una concentración masiva en el zócalo para celebrar los siete años de régimen. Es decir, ella misma acepta por lo menos en la palabra que simplemente se da a la tarea de continuar por la misma vía de su antecesor, guía y maestro.
Difícil no considerar que, en verdad, al menos de manera aspiracional, López Obrador ha terminado por evidenciar que en realidad es un patriarca. El simple hecho de pretender desplazar de distintas formas lo que es competencia presidencial, dice mucho en cuanto a la influencia que sigue ejerciendo. Obviamente Sheinbaum ha sido más discreta que él, si no, peor estarían las cosas en cuanto a la relación con Venezuela, ahora que Maduro está contra la pared por órdenes de Trump. Pero en su otoño, AMLO no ceja, sigue aferrado al poder, aunque de forma personera, sin respeto de fondo a la figura de una auténtica sucesión que, como confiesa la presidenta, sigue y prosigue en el control en un sexenio que será sin duda doble, con un futuro político para el país verdaderamente incierto e inquietante.