“Mal de muchos, consuelo de tontos”, dice el dicho que parece aplicar a la perfección en el tema de las mujeres policías que hemos comentado esta semana. Y es que las oficiales han acusado que situaciones como el estado de gravidez les impiden continuar en las corporaciones o el tener familia termina por dejarlas fuera de oportunidades de ascenso, agregando a ello que es altamente difícil que se encuentren en posiciones de mando y menos con responsabilidades como las de una Secretaría de Seguridad.
Pero no es privativo de la mujeres que han decidido entregar su vida y trabajo al servicio de la seguridad, pues un análisis hecho por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) realizado a empresas que cotizan en bolsas de valores, deja ver que las limitantes para que mujeres estén en puestos de mando son comunes en todos los ejes de la sociedad.
De acuerdo al IMCO, dos de cada 10 empresas analizadas no cuentan con presencia de mujeres en sus consejos de administración, ni direcciones relevantes. Y aunque 43% de la plantilla laboral de las 200 empresas analizadas está compuesta por mujeres, ellas ocupan apenas 13% de las direcciones relevantes.
“El avance para alcanzar la igualdad de género en el mercado laboral es lento, ya que las mujeres continúan subrepresentadas en las empresas, especialmente en los puestos de mayor jerarquía. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el tercer país con menor presencia de mujeres en los consejos de administración, solo después de Estonia y Hungría”, señala como cruda realidad el estudio.
Y aún resulta más preocupante que las conclusiones son que México alcanzará la paridad de género en los consejos de administración de las empresas hasta 2052, si eso sucede en la iniciativa privada que presume ser vanguardista, no me quiero imaginar cuándo sucederá esto en el sector público.
Claro que hay avances, pero estos no están dirigidos a que la brecha de posibilidades entre hombres y mujeres se reduzca de manera significativa, claro que es importante hablar de capacidades, antes de género, pero este tema no debe limitar el romper por fin el techo de cristal que pese a todos los esfuerzos sigue presente en pleno siglo XXI.