Política

Un viaje en taxi hacia el país de los desplazados

Subí a un taxi el sábado pasado y pedí al conductor que me llevara al Jardín Guerrero de la ciudad de Querétaro. El hombre rondaría mi edad, quizá un par de años más. No llevábamos ni cinco minutos de viaje y ya me había ofrecido varias disculpas. Aquel carro se encontraba en mal estado, me explicó.

Pregunté si el Jardín estaba cerca de la catedral. No calculé que esa interrogante lo haría sentirse aún más incómodo.

“Tengo apenas dos semanas que me mudé a vivir aquí con mi familia y es la primera vez que me dedico a trabajar como taxista”.

“¿De dónde viene?”, quise

saber.

“De Poza Rica, Veracruz”, contestó con orgullo.

En esa población nació, ahí se casó y tuvo a su hija; ahí también vino al mundo su nieto. “Nunca me imaginé que iba a dejar atrás mi tierra”.

Para compartir esta historia estoy obligado a omitir el nombre del narrador y otros detalles que podrían poner su vida en riesgo:

“Durante diez años pagué la cuota, tres mil quinientos al mes era lo que me pedían para no meterse conmigo. Tenía dos negocios: un taller mecánico y un negocio de serigrafía. No me hice rico, pero vivíamos sin queja. El problema vino con el nuevo gobierno, fue cuando cambiaron las cosas. Llegó gente distinta que no había visto. Dijeron que todo seguiría igual, a excepción del monto que debía pagar. La cuota se elevó a quince mil, pero por cada negocio. Les dije que eso era imposible. Ni el taller ni el otro local daban para cumplir con eso”.

Antes de que prosiguiera, informé a aquel conductor que yo era periodista y pregunté si podía grabar lo que me estaba diciendo. Fue entonces que me puso como condición que no publicara su nombre.

Acepté y continuó el desahogo de aquellos hechos que lo traían tan angustiado:

“No es que me negara a cumplir con lo que me pedían, pero la cantidad era imposible. Se los hice saber. Ellos respondieron con los nombres de mi esposa, de mi hija y de mi nieto. Sabían más de ellos que la mayoría de nuestros amigos”.

La maña visitó varias veces a este pobre hombre. Se trata de la misma banda que puso en llamas el norte de Veracruz. Según la prensa local se trata del Grupo Sombra y, de acuerdo con aquel conductor, su poder en la región creció después de las elecciones federales del año pasado.

Estos criminales son los mismos que asesinaron a la profesora Irma Hernández Cruz, quien, según la gobernadora de la entidad, Rocío Nahle, murió de un paro cardiaco. Son al mismo tiempo los responsables del motín ocurrido en la cárcel de Tuxpan, donde recientemente fallecieron ocho personas y diez resultaron heridas.

Dejamos atrás el Jardín Guerrero y el conductor emprendió una nueva ruta que nos entregó otros veinte minutos de conversación:

“La última vez me dijeron que sin paga no podría volver a los locales. Según que iban a quemarlos, conmigo dentro, apenas me vieran entrar por la puerta. Les creí porque somos muchos los afectados por lo mismo. Esa noche hablé con mi mujer y mi hija. Era obvio que aquello no iba a terminar bien”.

Interrogué a mi interlocutor sobre el video donde la profesora Hernández está hincada y, bajo los rifles de sus plagiarios, ruega a su gremio de taxistas que cubran sus cuotas.

Me miró a través del retrovisor y aclaró que ese episodio fue uno de tantos que se han dado a conocer en la región.

“¿Qué hicieron entonces?”, quise saber.

“Empacamos, nos subimos al carro, y antes de que amaneciera salimos con rumbo a Querétaro. Escapamos, como se dice, con una mano atrás y otra delante. Dejamos allá toda una vida, a los amigos y al resto de la familia”.

El conductor no usó la palabra “desplazado” porque el término no le es familiar. Y, sin embargo, él y su familia están entre los miles de desplazados que, en tantas regiones del país, han tenido que inventarse una nueva vida porque la violencia les arrebató la que tenían.

“Sé manejar bien y me ayudo con la aplicación del teléfono para conseguir clientes. Pero no conozco todavía. Mi hija ya encontró trabajo y mi esposa cuida al niño.”

“¿Qué pasó con sus negocios?”.

“Ando queriendo vender los locales para empezar de nuevo”.

“¿Se sienten seguros en Querétaro?”.

Al fondo de la calle se asomó por fin el Jardín Guerrero y el conductor volvió a mirarme por el espejo.

“Todavía no entiendo por qué tardamos tanto en irnos. Aquello lleva años echándose a perder, pero uno se acostumbra. Se te hace normal que secuestren y maten gente; que te cobren por todo, que te quiten tus cosas. Se te hacen normales las noticias y convives con los malandros. Se te hace normal que los políticos sean unos corruptos y todos estén metidos”.

El tono subió porque aquel hombre estaba enojado consigo mismo.

“Hace ya mucho que debimos de habernos marchado: por mi hija, por mi nieto, y por nosotros también. Se me había olvidado lo que es vivir en un lugar donde te sientes a salvo. Aquí no se oyen de balaceras, ni te visitan los malos, tampoco aparecen cuerpos por todas partes”.

“¿Se ve aquí por un largo rato?”.

“Antes tengo que vender lo que dejamos; nuestro patrimonio, pues, para volver a empezar. Nos damos ánimo. La ventaja es que aún tenemos ganas, aunque extrañamos Veracruz”.

Bajé del automóvil y le deseé suerte. Mientras su auto cascabeleaba, se quedó batallando con la aplicación.

En México es grande la tragedia del desplazamiento forzado que sufren miles de familias. Una doble injusticia se comete contra ellas cuando permanece invisible.


Protesta de taxistas en julio pasado en Xalapa por el asesinato de su compañera y también maestra, Irma Hernández. Cuartoscuro
Protesta de taxistas en julio pasado en Xalapa porel asesinato de su compañera y también maestra, Irma Hernández. Cuartoscuro


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Ricardo Raphael
  • Ricardo Raphael
  • Es columnista en el Milenio Diario, y otros medios nacionales e internacionales, Es autor, entre otros textos, de la novela Hijo de la Guerra, de los ensayos La institución ciudadana y Mirreynato, de la biografía periodística Los Socios de Elba Esther, de la crónica de viaje El Otro México y del manual de investigación Periodismo Urgente. / Escribe todos los lunes, jueves y sábado su columna Política zoom
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