Sociedad

La táctica y el tacto

  • Columna de Marco Sifuentes
  • La táctica y el tacto
  • Marco Sifuentes

Hemos hablado en esta serie de entregas sobre la importancia y la supremacía de la estrategia por sobre todas las cosas en una campaña política.

Hay quienes, al día de hoy, increíblemente sostienen que una elección se puede ganar a base de ocurrencias, dejando de lado la planeación y apelando a la “genialidad”, la espontaneidad y hasta la locuacidad.

No cabe duda que las grandes hazañas en la historia de la humanidad han requerido un poco de todo lo anterior, sin embargo, el pensamiento estratégico es el que les da solidez y trascendencia, sin este suelen derivar en anécdota o, peor aún, en tragedia.

Casos hay muchos, como el del Bronco, cuya última disrupción fue la bravuconada de cortarle las manos a los ladrones, lo único que la gente recuerda de su campaña presidencial y que no solo no cayó bien por inviable moral, jurídica y humanamente, sino porque el juez al tener que empezar por su casa, se quedaría sin extremidades para cercenar las de su prójimo.

En fin, para efectos de esta columna, nos quedamos con la importancia de tener un plan, una ruta y las reglas y acciones para llevarlo a cabo, de ahí se desprende la táctica, la cual consiste en el desdoblamiento puntual de aquello que hemos trazado.

La táctica es la forma de llevar a cabo nuestro objetivo, requiere precisión, sentido de oportunidad y pertinencia. No es lo mismo atacar cuando se está en desventaja, que cuando el enemigo queda expuesto.

La táctica requiere disciplina, talento y audacia.

He visto muchas campañas excelentemente planificadas y estúpidamente ejecutadas. La estrategia es la ciencia, la táctica el arte.

La táctica no se cansa ni descansa; persevera, se adapta, se reinventa y reproduce en nuevas tácticas, pues cambia el estado de las cosas y crea nuevas realidades para las cuales se requieren otras tácticas.

La táctica también es tacto, aunque no comparten etimología, la primera requiere la delicadeza y la destreza de la segunda, criterio, temple y asertividad.

Para ejemplificar lo que digo, les comparto una historia: Cuentan que un día La Llorona enfermó de COVID y después de tres siglos ininterrumpidos de espeluznantes lamentos diseñó una estrategia para preservar la leyenda y mantener su posicionamiento entre sus atemorizados seguidores, la cual consistió en pedirle a su hermana que a la hora de costumbre saliera a recorrer los callejones proclamando su conocido eslogan; y fiel a la premisa de “orden dada y no supervisada...”, decidió constatar que su suplente se apegara al guion para entonces poder retirarse a sus aposentos a descansar y recuperarse de sus dolencias.

Así que a las 00:00 horas asomó por la ventana, solo para llevarse una terrible sorpresa. La hermana había acudido puntual al llamado berreando angustiada “¡Ay, mis sobrinos!”. Buena estrategia, pésima táctica.

Lo mismo pasó con la estrategia que diseñamos varios confinados y trasnochados ciudadanos de a pie que decidimos crear un gran frente nacional opositor para contener el avance autoritario de Ya Sabes Quién y que, como lo advertí en su momento en esta misma columna, cayó en manos de arrogantes y mezquinos que le impusieron por nombre “Sí X México” y devino en un vulgar reparto de posiciones, cuyo desenlace se advierte en una retahíla de lamentos y lloriqueos. 


marcosifuentes@mkf,com


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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