
El Programa de Mejoramiento Urbano (PMU), encabezado por la Sedatu, ha construido equipamiento urbano en comunidades desfavorecidas por todo el territorio desde 2018. Sin embargo, en algunos casos como el centro comunitario en la colonia Revolución, en la periferia de Jalapa, Veracruz, los proyectos han presentado defectos desde su diseño hasta su ejecución.
Al parecer esta queja de los usuarios no es la única, pues algunos otros equipamientos en otras ciudades han presentado defectos importantes que impiden su uso eficiente y buen mantenimiento. Aparentemente muchos proyectos se realizaron sin que los equipos de diseño conocieran los sitios y, por tanto, las soluciones arquitectónicas no fueron las más adecuadas.
Algunas críticas mencionan que las obras han recibido premios internacionales por su aspecto exterior, pero su desempeño respecto al sitio y su resistencia a las inclemencias del clima han sido inferiores a lo aceptable. El dilema planteado implica un conflicto entre los intereses particulares de los profesionistas y el beneficio a las comunidades, como si la belleza y el cumplimiento de los propósitos de las obras fueran incompatibles.
Hoy día la paradoja de los arquitectos esteticistas, que se interesan más por las imágenes de sus proyectos que por la satisfacción de las necesidades de los usuarios, ha deteriorado la credibilidad que la profesión necesita para ser percibida como útil a la sociedad. Es un asunto que es necesario atender desde los colegios, asociaciones y academias. Los proyectos hechos con premura y sin el compromiso de su durabilidad solo dañan al público, al gobierno y en última instancia a sus diseñadores.
Iniciativas tan generosas como el PMU se ven parcialmente desvirtuadas por los casos en los que la velocidad de ejecución y la falta de control de calidad resultan contraproducentes para los proyectos.