Nadie con dos dedos de frente cree que la corrupción se haya terminado durante el sexenio de López Obrador. La corrupción no es nueva en la política.
Lo que es realmente nuevo es que los escándalos de corrupción estén siendo detonados desde dentro, por la propia presidenta Sheinbaum y su equipo más cercano. Lo extraordinario es la política de trapos al sol.
Esto es algo que no habíamos visto antes. Los grandes escándalos de corrupción solían detonarse dentro de la prensa o por grupos políticos rivales. Los gobernadores caían cuando un fiscal enemigo los investigaba o cuando perdían su estado a manos de sus opositores.
Ahora vivimos tiempos inéditos. Los dos escándalos más graves de corrupción del sexenio han sido llevados a la luz por las personas de mayor confianza de la Presidenta. No podemos más que asumir que ello sucedió con su aprobación.
La supuesta relación de Adán Augusto con el grupo criminal de La Barredora fue evidenciada a nivel nacional por el actual gobernador de Tabasco, Javier May Rodríguez, un político cercano a Sheinbaum que cuenta con el apoyo directo de Omar García Harfuch. De hecho, Harfuch está involucrado directamente en la creación de una nueva policía tabasqueña para pacificar el estado.
La investigación sobre la red de contrabando de combustible que operaba en las aduanas fue realizada bajo el auspicio del equipo más cercano de la Presidenta. De hecho, de no haberse filtrado con antelación por la prensa, el caso hubiera sido dado a conocer por la propia Sheinbaum en su conferencia mañanera.
Otros escándalos no han sido detonados desde la oficina del Poder Ejecutivo, pero la Presidenta sí ha tomado la decisión consciente de no atajarlos. No controlarlos. Trapos al sol.
La lista es larga. Los viajes de lujo de López Beltrán en Tokio. Los excesos de todo tipo de Fernández Noroña. Los pactos entre Ricardo Monreal y Pedro Haces Jr. La riqueza inexplicable de Gutiérrez Luna y su esposa, mejor conocida como Dato Protegido.
Lo excepcional no es que sucedan este tipo de abusos, sino que Sheinbaum haya tomado la decisión de echarles leña al fuego. Al ser cuestionada sobre ellos, la Presidenta ha reiterado públicamente que esas conductas no representan al movimiento, ha hecho llamados al orden, demandando cambios a los estatutos del partido y marginando a los actores que han incurrido en faltas.
Estimo que la política de trapos al sol de Sheinbaum debe ser interpretada como una estrategia que conjunta el poder blando y la cabeza fría. Una táctica para deshacerse de los elementos más perversos de la coalición gobernante evitando el uso de fuerza, y valiéndose de la más sutil de todas las estrategias: dejar que se hundan por su propio peso.
Así, uno a uno y gracias al escarnio público, Sheinbaum ha ido desactivando a sus contrincantes políticos. Borrando la posibilidad de que mantengan una carrera política con paciencia y disciplina. Ajedrez de altura.
Estimo que las mentes más claras dentro del partido ya lo entendieron. Y por ello ha comenzado una migración tenue pero bastante visible hacia el círculo más cercano de la Presidenta. Las mentes menos claras se hundirán en su propio lodo y a vista de todo mundo.