El 2022 nos ha recibido con una nueva ola de la pandemia.
El miedo se asoma otra vez ante la incertidumbre y lo vulnerable de un sistema de salud pública que no alcanza a atender, ni siquiera de forma mínima, las necesidades de toda la población.
La inseguridad en el país tampoco cesa.
Enfrentamientos civiles, bloqueos carreteros, asesinatos, estafas cibernéticas, desapariciones, detenciones arbitrarias y corrupción, tanto en los gobiernos como en las instituciones públicas, son una muestra de lo alejado que se encuentra el país y las entidades de contar con un entorno de paz; tan indispensable para retomar procesos de reconstrucción comunitaria.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud informó en diciembre pasado la elaboración de un nuevo instrumento internacional para encarar las pandemias que puedan ocurrir en el futuro.
El primer paso en la creación de este nuevo instrumento será el establecimiento de un órgano de negociación intergubernamental que redactará una convención o acuerdo.
La primera reunión será a más tardar el 1 de marzo del año entrante y el órgano de negociación entregará un informe con los avances a la Asamblea Mundial de la Salud en 2023 para presentar a consideración los resultados un año después.
Cabe mencionar que un acuerdo de tal magnitud no puede verse con ingenuidad, será complejo llegar a consensos internacionales en la materia para concretar un convenio solidario que sirva de referente para los países en la implementación de políticas públicas más eficaces.
Las pandemias serán una realidad con la que tenemos que aprender a vivir porque la única certeza que tenemos por ahora es el cambio.
Por lo pronto, nos queda la alternativa de encarar con resiliencia y una buena dosis de optimismo los tiempos presentes y los que se avecinan.