Desde la distancia, y gracias a las redes sociales, veo con emoción que en mi tierra se convoca a una manifestación pacífica para exigir que el río Nazas recupere su cauce natural.
La cita es el domingo 3 de agosto frente al Puente Plateado, símbolo de la relación entre el río y la vida lagunera.
Durante años he cargado la tristeza de ver cómo el Nazas, vital para la Comarca Lagunera, ha sido despojado de su caudal por decisiones humanas e infraestructura pensada para el beneficio privado.
Esto ha traído consecuencias severas para los ecosistemas, la agricultura, y el acceso equitativo al agua.
Sin embargo, hoy algo cambia.
El hecho de que nuevas voces ciudadanas se organicen para alzar la voz en defensa del río, acompañadas de activistas con trayectoria en la defensa ambiental, me llena de esperanza.
Esta acción encarna un principio que la UNESCO ha señalado como clave para enfrentar las crisis globales: la imaginación colectiva.
Es decir, la capacidad de soñar juntos otros futuros posibles y justos, movilizando saberes, emociones y acciones comunitarias (UNESCO, 2021).
Cuando renunciamos a imaginar, cedemos espacio al pesimismo y la apatía.
Pero al imaginar juntas y juntos, nos reencontramos con el poder de transformar la realidad.
El futuro no está escrito: lo estamos trazando en cada decisión, en cada marcha, en cada palabra.
Estoy lejos —ahora vivo en Chiapas—, pero mi corazón está en el padre Nazas, curiosamente también tierra de mi padre de sangre.
Mi energía, y este breve espacio desde donde escribo estas líneas, acompañan los corazones de las personas que saldrán a la calle a manifestarse a favor de la vida. Actuando hoy, para un mejor mañana.
Desde esta orilla, me sumo a quienes caminarán pacíficamente por el regreso del Nazas. Porque defender el agua es defender la vida.
Y porque cada paso, cada consigna, cada gesto solidario, es un acto de imaginación colectiva que abre cauces nuevos para el porvenir.
Actuar hoy por el río es sembrar un mañana donde quepamos todas y todos. Y sí: aún estamos a tiempo.