Cultura

Estela de estrella

Jorge F. Hernández
Jorge F. Hernández

Tres o cuatro sabios siguen la estela de una estrella desconocida hasta entonces; intuyen que la Luz mayúscula se ha encarnado en un recién nacido, al fondo de una cueva escondida que sirve de establo, pajar e improvisado hogar para una pareja que representa desde hace por lo menos dos mil años a todo migrante

ula se ha encarnado en un recién nacido, al fondo de una cueva escondida que sirve de establo, pajar e improvisado hogar para una pareja que representa desde hace por lo menos dos mil años a todo migrante y desposeído que viaja por obligaciones efímeras o burocráticas lejos de su casa. Esos tres o cuatro sabios son monarcas de reinos desconocidos y practican la magia con la que palpan la bóveda de las estrellas, los renglones de arena en los desiertos y la nieve como página en blanco; con las huellas de sus monturas van hilando la tipografía ilegible de sagradas palabras simples: paz, amor y silencio.

Ahora, siglos después, me convenzo de que el número cabalístico de los tres sabios magos es sinónimo de tres millones o trescientos mil niños monarcas que son los verdaderos sabios de todas las noches de víspera. Son los niños del mundo entero los que llegan a la luz que llevan en las pupilas desde que prueban la saliva de cualquier ilusión, sea la reencarnación instantánea de sus mascotas o abuelos, la bandeja de dulces en medio de una sala de hospital o el oxígeno que escasea entre tantos pulmones enfermos. Son los niños sabios de todos los puntos cardinales los que dejan zapatos y botitas a las puertas de las casas y los presidios, las clínicas y las aulas, la enfermería y los callejones de la miseria para andar al menos en el imaginario de una madrugada de víspera el milagro indescriptible de que los años no pasan por arrugas ni se vuelven canas.

Llegan los niños que vuelan en barquitos de papel y las niñas que hablan con muñecas de otras edades, los peinados despeinados de la niña que no duerme y la cabeza redonda del niño con ese cáncer que se ha minimizado entre las estadísticas de los políticos y llegan los niños de tantos años de edad que prefieren callar y cumplir en silencio todo lo ajeno al robo, abuso y mentiras y las niñas que alzan la voz sin miedo cada vez que se repite el eco de la estulticia y acoso de siempre… y sí, al final llegan niños con luengas barbas intemporales y niñas abuelas que nos arrullan con su voz para dormir el sueño de hace décadas donde deja huellas sobre papel la sagrada tipografía de un cuento maravilloso: el relato donde se narra una estrella en brazos y todo el callado misterio quieto con el que la lágrima baña los ojos de la Luna.

Jorge F. Hernández

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Jorge F. Hernández
  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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