Doctor, me recomendaron cirugía en la rodilla y vengo por una segunda opinión. No quiero operarme. Muchas personas que conozco me dicen, no te operes la rodilla, nadie queda bien.
Cada vez es más frecuente en mi consulta ver pacientes solicitando una segunda opinión sobre el diagnóstico y el tratamiento propuesto, principalmente cuando se trata de una propuesta de cirugía. Cuando vas al médico por primera vez es por recomendación de alguna persona que te estima quien tuvo una experiencia satisfactoria con él. Hay médicos en quienes confiamos ciegamente, porque ya lo conocemos, es amigo o familiar, porque refleja profesionalismo e inspira seguridad y confianza.
La verdad es que no estamos acostumbrados a cuestionar lo que el médico nos dice y no somos muy afectos a preguntar o a confrontarlo, en un buen sentido. Le tenemos respeto, o quizá un miedo reverencial a la figura del médico. ¿Por qué? Desde mi punto de vista, el médico es un proveedor de servicios que se debe a sus pacientes. Dicho de otra forma, los pacientes le brindan al médico su confianza y ponen en sus manos lo más preciado que tienen: su salud.
Cuando hay dudas o inseguridad para tomar una decisión sobre las propuestas de tratamiento, la opinión de un médico distinto al médico tratante es una acción válida y conveniente. El segundo médico revisa la historia clínica del paciente y ofrece una opinión sobre el problema de salud del paciente y sobre cómo se debería tratar. En una segunda opinión se puede confirmar o cuestionar el diagnóstico y el plan de tratamiento del primer médico, brindar más información sobre la enfermedad o la afección del paciente y proporcionar otras opciones de tratamiento.
Si se trata de enfermedades o lesiones comunes, generalmente no surgen muchas dudas ni hay necesidad de una segunda opinión. Cuando la evolución no es satisfactoria o hablamos de enfermedades serias o de tratamientos que van mucho más allá de un par de píldoras cada 8 horas, es indispensable que tengas una comprensión bastante completa de todo lo que involucra el diagnóstico, tratamiento y pronóstico de tu problema. Si tu médico responde satisfactoriamente a tus dudas y tiene una actitud abierta para discutir tus opciones, quizá esté de más solicitar una segunda opinión.
Si por el contrario piensas que no terminas de entender la magnitud de tu problema o tu médico no te está resolviendo tus dudas, se incomoda porque lo cuestionas y tiene argumentos como “aquí el médico y el que sabe soy yo. ¡ES EL MOMENTO DE PEDIR UNA SEGUNDA OPINIÓN!
Pero, antes de buscar ese nuevo punto de vista, trata de mantener la calma, analiza bien lo que te dijo el primer médico y prepara tus preguntas para el segundo.
Busca información de fuentes confiables. Mucho cuidado con el Dr. Google. Cuídate también del consejo de “expertos todólogos” como tu compadre o la amiga de tu vecina. Las instituciones de salud prestigiadas por lo general tienen páginas web informativas bastante completas.
Busca un médico que sea especialista en tu problema, los médicos que diversifican demasiado su actividad saben casi nada de todo. Busca en internet todo lo que puedas del nuevo médico y si te urge, busca la opinión de quien te dé una cita pronto, sería poco útil la opinión de una eminencia que te hará el “favor” de verte dentro de 7 meses y medio.
Asegúrate de tener a la mano todos los estudios que te has hecho para facilitar tu nueva consulta. NINGÚN MÉDICO TIENE PORQUÉ QUEDARSE CON TUS ESTUDIOS u obligarte a tratarte con él, exígelos, estás en tu derecho.
Por último, no le digas al segundo médico lo que concluyó el primero. Déjalo llegar a su propia conclusión y recomendaciones. Mucho ojo con los médicos que se expresan mal de sus colegas o te ofrecen soluciones rápidas y libres de complicaciones.
Si no quedas satisfecho con la segunda opinión, ve por una tercera y decide. Demasiadas opiniones pueden confundirte.
dr.ignaciocardona@gmail.com