Otra vez les pasó lo de Otis. Otra vez intentan taparlo con propaganda.
La semana pasada, la Comisión Nacional del Agua advirtió sobre los riesgos que habría debido a las precipitaciones que afectarían el norte de Veracruz a finales de la sean pasada. El Servicio Meteorológico Nacional señaló la cantidad de agua que caería en la zona del país donde, hoy, la gente se lamenta.
Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí, Querétaro y Puebla sufrieron las afectaciones de la lluvia -no huracán, no tormenta-. Pero el daño se acompañó de nueva cuenta de la frivolidad y la manía de este régimen para ocultar lo que los desnuda como incompetentes.
El viernes, luego de la desgracia, los gobernadores de los estados afectados se presentaron en la conferencia matutina, instrumento máximo de propaganda y mentira. Ahí ejercieron la estrategia conocida y minimizaron los daños y responsabilidades.
Parecía que el tema se agotaría rápidamente con palabras de aliento y promesas de auxilio federal.
Las redes sociales y los medios de comunicación locales y nacionales terminaron por aumentar la atención y la indignación.
Muertos y desaparecidos, pérdidas millonarias, necesidades urgentes de ayuda y denuncias múltiples sobre la ausencia de presencia gubernamental llenaron los espacios denuncias discusión pública.
Otra vez, como en Otis, la gente enfureció con un gobierno efectivo en la verborrea y deficiente en la acción. Una vez más en evidencia que la demagogia mata.
El matiz fue claro: la presidenta prefirió no creer a los gobernadores que le informaron mal, tarde y poco y fue a ver lo que sucedía. El domingo entendió que el enojo era real y que el ex presidente la había dejado con un grupo de gobernantes limitados e ineptos en todos los niveles que creen que el aura de Morena los protegerá de todo, incluyendo Tlaloc.
Se equivocan. Sheinbaum lo sabe. Los videos de Rocío Nahle y Laura Velázquez sonrientes, los alcaldes de Huachinango y Poza Rica denunciados por la población, la extensión de la tragedia desbordada ante la imposibilidad propagandística de parar la realidad.
El domingo, la presidenta intentó torpe y tarde parar la indignación. La imagen donde intenta acallar la protesta para explicar la intención de auxilio y soporte quedará en mar indeleble del sexenio. La falta de oficio político cobra factura Y debería ser lección de que la propaganda funciona en virtud que la realidad no apabulle.
Desde el martes, el tema de las lluvias ha sido conminado a segunda nota de diversos medios. Algunos por sugerencia y otros por la cobertura necesaria a la presión en el congreso por avanzar en la reforma a la ley de amparo, instrumento de defensa que perdió el ciudadano esta semana.
La servicia contra Ricardo Salinas ha pegado a la sociedad. El interés de cobrar lo que el gobierno considera impuestos retrasados pese a que no ha sido determinado aún de manera definitiva por la justicia convirtió el amparo en letra muerta en el día a día.
Saltaron las trancas y crearon tecnicismos para violar la constitución en la retroactividad. Intentaron tapar el acto inconstitucional emanado del senado con una supuesta preocupación legal que, ayer, rompieron en la cámara baja.
Quitar derechos progresivos es contra la Carta Magna. No hay quien los pare. Dibujan un país a su medida la cual, en el peor de los escenarios, les queda grande.
Sólo basta sacar a los gobernantes a la calle sin el aparato preparando su camino.
Para terminar, la presidenta consideró que era ruin el tipo de cobertura que se da de la tragedia en estos cinco estados afectados. Alguien deberá explicarle que exponer la realidad y exhibir la incapacidad gubernamental no ruindad, se llama rendición de cuentas, contraste entre el discurso y la realidad, exhibición de la mentira o la incapacidad.
Todo lo que ellos realizaban cuando eran oposición. Todo lo que decían iban a erradicar.
Todo lo que decían y terminó siendo mentira.