Política

'La Casa de los Famosos' y las aduanas

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Un olvido o un golpe de suerte impidió que Gil siguiera la nueva emisión de La Casa de los Famosos. Sí, ese programa (es un decir) en el cual un grupo de subnormales se encierra entre cuatro paredes algo así como setenta días durante los cuales transcurren sus muy interesantes existencias.

Cualquiera diría que los participantes apenas imitan el lenguaje humano, pero no se crean, todos y todas parlotean, desayunan, comen y cenan, platican, se denuncian unos a otros y demuestran que la catástrofe educativa en México es monstruosa. En muchos países del mundo existe la telebasura, el Big Brother se inició en Holanda y según muy serios informantes de Gamés en España hay una versión de La Casa de los Famosos. El ganador se lleva cuatro millones de pesos después de que el resto de los integrantes de esta casa de oligofrénicos son eliminados. Gran escuela de la delación y la traición (ción-ción), el programa, por llamarle de algún modo, tiene un gran rating, aunque otros muy serios informantes de Gilga le han explicado que es imposible que 29 millones de personas voten por alguno de estos primates.

El año pasado ganó un trans, o no binario, o sí binarie, o como se diga, ¿se llamaba Wendy? Por esta razón incluyente en el elenco más reciente (ente-ente) se invitó a un chiquitín, no un niño sino un enano, Abelito. Dicen que el pequeño es muy famoso, pero Gilga nunca lo había visto. Muchos juraban que ganaría Abelito, pero ganó Aldo de Nigris, otro enano, pero de mente, un hombre apuesto cabeza de chorlito ingresó a su cuenta los cuatro melones. Gamés lo felicita a él y a todos los concursantes, y a los comentaristas que, vigilantes e inteligentes, opinan desde fuera de la casa. Felicidades también a la conductora Galilea Montijo, en fon, felicitaciones a todos. La verdad: por eso estamos como estamos.

Ley de Aduanas

Si diera la casualidad de que está usted en un puerto aduanero y avista un buque de carga de los grandes, de esos en los que ha navegado Gil Gamés, tenga mucho cuidado porque podría darse el caso de que una vez atracado cerca del muelle, el capitán le dijera que los contenedores de su nave llevan aceite, cuando en realidad contienen hidrocarburos. Ah, y ya se enredó usted en el huachicol fiscal, bien llamado: el robo del siglo.

Una vez hecha esta advertencia, Gilga pasa a informar a la lectora y el lector que los diputados aprobaron la nueva Ley de Aduanas en medio de un escándalo. Gil lo leyó en su portal de El País en una nota de Carlos Carabaña. El proyecto pretende que, con mayores controles, se pueda detener la fuga de capitales para el erario público que suponen las operaciones de contrabando.

El diputado Federico Döring subió al estrado acompañado de parte de su grupo parlamentario con un garrafón que simulaba ser un recipiente de combustible de contrabando, una foto de tamaño considerable del senador Adán Augusto López Hernández y su antiguo colaborador Hernán Bermúdez Requena, hoy detenido por crimen organizado, y varios carteles gigantes en los que se leía: “El robo del siglo”.

La mano que mueve la aduana

La verdad sea dicha (muletilla patrocinada por Morena en pleno), Gil no entiende nada de nada. El trámite legislativo de la reforma continúa ahora en el Senado. Ahí será analizada de nuevo en comisiones antes de ser votada en el pleno de la Cámara Alta. En caso de que sea aprobada, como sería de esperar, por la mayoría oficialista, se enviará al Ejecutivo para que la publique en el Diario Oficial de la Federación.

Uno de los mayores cambios es que desparecerán las “Causas excluyentes de responsabilidad del agente aduanal”, haciendo que estos operadores y las agencias aduanales sean siempre responsables, junto con las empresas importadoras y exportadoras, de que los productos estén dentro de la fracción arancelaria correcta y que se paguen los impuestos correspondientes. Anjá.

Todo es muy raro, caracho como diría Georg Chistoph Lichtenberg: “A la gloria de los más famosos se adscribe siempre algo de la miopía de los admiradores”. 

Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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