Gil sabe que el equipo mexicano de futbol no es un órgano autónomo, pero nada le hace, la selección nacional debe desaparecer. Así, sin más: ya no hay equipo de México. No se perdería nada. Esta cavilación atravesó la mente de Gamés cuando terminó el juego contra Ecuador y quedó eliminada en la primera ronda de grupos de la Copa América, por debajo de Venezuela y Ecuador y solo arriba de Jamaica. Dios de bondad. La verdat de las verdates, el destino juega cartas sabias porque el siguiente adversario de México sería Argentina. Nada, desaparecer y que la Federación rinda cuentas, explique y transparente sus negocios. Anjá.
Un desastre, pero ya sin equipo, todos aquellos a los cuales les gusta el futbol, dormirán tranquilos. Sí, al principio, un tanto inquietos, pero luego serenos, sin motivo de perturbación. Gilga vio el partido, éste y otros: el equipo nacional no juega a nada, atacan caóticamente, defienden sin concierto, no hay un jugador que ordene y mucho menos un talento que organice. Corren como cabras rumbo al monte. Helas! Una gran industria con un pésimo producto. Para Gil, el partido solo fue soportable por la crónica chocarrera y bien contada de Martinoli y Luis García, buenísimos.
Hace años, no muchos, César Luis Menotti, Miguel Mejía Barón y luego Lapuente, incluso Lavolpe, lograron equipos competitivos, a veces sorprendentes. Pero hemos regresado al estado vegetativo. Síganlos dejando hacer el gran negocio. La cuenta oficial de la selección en X no tiene vergüenza y emitió esto que no parece ser fake: “termina nuestra participación en Copa América. Un torneo que nos ha permitido empoderar a nuevos jugadores y que nos deja enseñanzas valiosas en este camino rumbo a nuestro Mundial en casa”.
Gil abandonó el mullido sillón y señaló con el dedo flamígero: pillos desvergonzados.
¿De qué la gira?
Por fortuna, la eliminación del equipo nacional ocurrió mientras Gil estudiaba en gruesos volúmenes temas del México prehispánico y sus ancestrales maravillas, todos esos sueños detruidos por la invasión.
En esas estaba Gilga cuando se distrajo en una nota de la redacción de su revista Proceso: “Inversionistas temen que el presidente Andrés Manuel López Obrador no se limite a pasar la batuta a su sucesora Claudia Sheinbaum, sino que dirija el país entre bastidores, de acuerdo con The Wall Street Journal.”
En un amplio reportaje titulado “El presidente de México dice que es una gira de despedida, sus críticos ven un movimiento de poder”, el diario neoyorquino destaca que el tabasqueño establece la agenda para la virtual presidenta electa mientras ambos llevan a cabo mítines durante el verano.
El reportaje cita las opiniones de varios analistas como Alejo Czerwonko, ejecutivo de mercados emergentes de UBS Global Wealth Management, quien afirma que “el camino que queda por delante para México está nublado”, en referencia a la posible concentración de poder. “Muchos dudan de que se dirija a un retiro silencioso. López Obrador es conocido como un líder polarizador con una vena autoritaria que ha concentrado el poder en la presidencia. La oposición y algunos inversores temen que convierta su exuberante hacienda en una oficina doméstica que pueda eclipsar a Sheinbaum cuando se traslade el 1 de octubre al Palacio Nacional”, refiere el texto del Wall Street Journal.
Liópez “pasa el bastón de mando mientras sigue aferrado a él”, dijo al WSJ Eric Farnsworth, director de la oficina en Washington del think tank Consejo de las Américas.
“Estamos ciertamente en el territorio del gobierno de partido único, y esta vez todo se basa en López Obrador”, advirtió a su vez Duncan Wood, experto en México del Wilson Center, otro centro de análisis con sede en Washington.
“La cuestión de quién gobernará México, especialmente al principio, es difícil”, dijo finalmente Ryan Berg, director del Programa de las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.
Todo este asunto puede o no ser cierto, pero Gil no recuerda ninguna gira de Echeverría con López Portillo, o de De La Madrid con Salinas, y así. Dicho lo cual es dable pensar que Liópez y la presidenta electa conversen sobre el país y el segundo piso y toda esa zarandaja.
Todo es muy raro, caracho, Gil lo oyó en la cantina: “Las cuentas espesas y el chocolate claro”.
Gil s’en va