Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil pensaba en las competencias. Así les llaman, supone Gamés, a las capacidades para el estudio y sus realizaciones prácticas. Una nota de Diana Barajas en su periódico MILENIO informa que “fueron presentados los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE, mejor conocida como PISA 2018, la cual evaluó a 600 mil estudiantes de 15 años, de 79 países, en áreas de lectura, matemáticas y ciencias.”
Gil siguió con atención la explicación de esta prueba que ocurre cada tres años y esta vez solo 1 por ciento de los estudiantes mexicanos pudo comprender textos largos, tratar conceptos que son abstractos o contraintuitivos y establecer distinciones entre hechos y opiniones.
Pues que querían, esta catástrofe ocurre desde hace muchos años y seguirá creciendo después de que han abrogado la reforma educativa. Oh, sí. Ahora mal sin bien: ¿ustedes creen que el ex presidente Enrique Peña Nieto formaría parte del 1 por ciento que comprende textos largos? En serio y sin mentiras: no. Peña en su pupitre: el pa-cc-to / co-on / And-rrés / es-tuv-oo / b-vue-na-o. Algo más: ustedes creen que Vicente Fox habría sido parte de ese 1 por ciento de muchachos que se entiende con la abstracción? No. Defina belleza, ex presidente Fox: este, sí: el rancho bonito. Pas mal. Aún mejor que Peña. Regrese a su pupitre, niñote Fox. ¿Si los presidentes no saben leer por qué tendrían que saber leer los niños mexicanos?
Irreal y real
“El reto de los sistemas educativos es cómo lograr que se identifique cuando la información es pertinente, es sólida; cuáles son las fuentes, cómo tener esta capacidad crítica para que se identifique distinguir lo que es real de lo que no es real”, declaró la directora de la OCDE en México, Gabriela Ramos. Ah, eso sí está muy difícil, no nos pida tanto, por favor, Gabriela, está usted viendo como viene la mano y nos pide que diferenciemos lo que es real de lo que no es real.
A escala internacional, solo uno de cada cuatro estudiantes de países miembros de la OCDE, puede completar las tareas de lectura más básicas, “lo que significa que es probable que tengan dificultades para encontrar su camino en la vida, en un mundo digital cada vez más volátil”, insistió Ramos. Esta es una noticia del fin del mundo. De verdad.
La lectura por placer ha disminuido entre los jóvenes y, según la dirigente, los estudiantes participantes de los 79 países reportaron 5 puntos porcentuales menos que en PISA 2015: “Cuando uno lee por placer, avanza sus propias habilidades y la lectura es la base del aprendizaje”, añadió Ramos. Oiga, Ramos, ya estábamos deprimidos y ahora usted viene y no deprime aún más. No hay derecho.
“Los estudiantes con condiciones socioeconómicas en desventaja han demostrado en México, desde hace tres ciclos, una ganancia en cinco puntos, cada vez. Quiere decir que ahí hubo una intervención importante, una mejor en términos de esta situación”, comentó la terrible Ramos.
Mate y ciencias
En matemáticas, México consiguió un promedio de 409 puntos, es decir, 44 por ciento de los alumnos puede interpretar y reconocer cómo representar matemáticamente una situación.
En ciencias el promedio fue de 419 puntos, menos de 1 por ciento demostró tener una competencia alta en esta rama. En general, México logró 420 puntos, 30 por debajo del promedio de la OCDE (470).
Diez países de América Latina participaron en PISA 2018: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Panamá, Perú, Uruguay y México; 79 por ciento de los estudiantes latinos se ubicó en el nivel mínimo de competencias. Recurramos de nuevo a la poesía: estamos jodidos.
Ahora vean estos resultados de la Prueba PISA de Lectura 2018: 1) China. 2) Singapur. 3) Macao. 4) Hong Kong. 5) Estonia. 6) Finlandia. 7) Canadá. 8) Irlanda. 9) Corea del Sur. 10) Polonia. 53) México. 57) Brasil. 58) Colombia. 63) Argentina.
Pobres argentinos, ya ni ellos se van a poder psicoanalizar. Pinches chinos.
Todo es muy raro, caracho, como diría el sabio en el patio escolar: chino, chino, japonés, come caca y no me des.
Gil s’en va
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