Política

Principio de esperanza

Sólo hay algo peor que la muerte: la desesperanza.

Nos encontramos en una media noche, en la historia donde parece que el pasado fue desapercibido y el futuro nunca llegará, lo único a lo que nos aferramos es a un presente añejo y desesperanzador.

Y aún así, en él, nos seguimos preguntando cada mañana si es posible recuperar la esperanza y si sí, ¿de dónde vendrá?

¿Será acaso de la política?, ¿de la filosofía?, ¿del arte y la cultura? No sabemos, lo único cierto es la incertidumbre de vivir en un mundo donde las sombras ganan terreno diariamente.

San Juan de la Cruz en su “Noche Oscura del Alma”, nos enseña que la noche está afuera, dentro es la casa sosegada. ¿Pasará lo mismo con la esperanza? ¿La buscamos fuera cuando está adentro?

Ernst Bloch escribió su icónica obra Principio Esperanza, donde comparte que hay un motor que impulsa la historia real en una posible. Los sueños, la imaginación y la utopía son el camino de los locos que se atreven a pensar que otro mundo es posible.

Y aún así, los cuerdos, nos empeñamos en mantener la esperanza de que así será.

El desasosiego, la ansiedad, la tendencia a volcarnos a lo externo, la búsqueda de pertenencia, la insuficiencia de todo, etcétera, nos alejan de la tensión utópica entre lo que sucede y lo que puede suceder.

Preguntémosle a la historia si lo que hay en ella es lo que alberga o si, quizá, como intrusos, nos hemos metido hasta la cocina y la hemos dejado estropeada y rota.

Vivimos angustiados y desganados, pero deseamos, al menos, un vestigio de algo o alguien que nos permita sentir esperanza. Ésta no consiste en grandes ideas que se que van sólo en monumentos a la imaginación creativa, sino en profundas transformaciones que van del nivel personal al comunitario y que tienen un efecto de contagio muy rápido.

Necesitamos volver a soñar y soñar sueños que sean posibles, porque hemos creído que los sueños, como afirmaba Calderón de la Barca: sueños son, y lo que necesitamos para esperar, es hacerlo aún contra toda desesperanza; es decir, dejar de ver espejismos y comenzar a ver posibilidades reales, latentes en cada instante y lugar.

La imaginación social juega aquí un papel fundamental. Si nos preguntaran ¿qué tipo de sociedad queremos porque no nos parece la que tenemos? O ¿qué tipo de política quieres que no es la que tienes? Seguramente tampoco atinaríamos la respuesta, porque el rechazo y la quejan cuajan más rápido que el empeño y el deseo; sin embargo, son la fuerza que los impulsa.

Algo nos está faltando y nadie nos lo puede dar: imaginación.

Necesitamos imaginar, tanto como sea posible para darle forma a lo que anhelamos, pero que somos tan miopes que no vemos que el deseo de uno es el deseo de todos, porque en todos los países, en todas las madres, padres, hijos, abuelos, nietos, esposos, en todos hay un deseo común que no advertimos. En los que están y en los que no, en lo que fue y en lo que nunca sucedió; ahí yacen esperanzas que piden a gritos ser liberadas.

Liberar la libertad es un acto de profunda valentía pero sólo los valientes se atreverán a decir que en este tiempo y en este mundo aún es posible esperar.

Necesitamos esperanza. Ignacio Ellacuría junto con Jon Sobrino afirmaron que: “sólo utópica y esperanzadamente es posible imaginar, con todos los pobres del mundo, que es posible tocar la historia y lanzarla en otra dirección.”

¿Cuál es la dirección a donde queremos lanzarla?


Google news logo
Síguenos en
Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Profesora investigadora de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.