Cuando el año se apaga, como se apagan tantas ilusiones en el traqueteo de la vida, el consternado cartujo dibuja una sonrisa, casi una mueca, al pensar en los predicadores de un régimen donde la penuria ha sido proscrita, en especial para sus más altos representantes, entre los cuales es difícil elegir a la persona más destacada del año, todos y todas acumulan méritos para ocupar la cima, no con baratijas éticas o morales sino con la contundencia de su fortuna, de sus alianzas o de una torrencial verbosidad, como la del diputado Arturo Ávila o la del senador Gerardo Fernández Noroña, quien milagrosamente pasó de mendigo a millonario.
Parafraseando el Evangelio según San Mateo (19:24): “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un pobre entre en el cielo de la 4T”, donde los pobres genuinos son una inversión y ayudarlos una estrategia política, como dijo el sabio de Macuspana. Por eso son invocados en todo momento y acarreados a la menor provocación para llenar plazas y celebrar el nuevo tiempo mexicano, en el cual, si bien millones de ellos son beneficiarios de programas sociales, en la cúpula solo caben quienes se han enriquecido por su amor al pueblo, con diligencia cubiertos —desde hace siete años— por el manto protector del disimulo, en ocasiones rasgado con filtraciones o trabajos periodísticos imaginados o financiados por la derecha, culpable de todos los males del país y del mundo entero.
Elegir a la persona más destacada del año en la 4T es un jaleo con tantos candidatos y candidatas notables, y sin embargo las dudas desaparecen cuando uno piensa en la grandeza del creador del humanismo mexicano, quien sin ser historiador ni antropólogo ni arqueólogo (ni buen alumno en la UNAM) ha derribado los mitos de nuestro pasado sin salir de su rancho de rimbombante nombre. Él nos ha devuelto el orgullo de nuestra originaria pureza, mancillada por la Conquista. Él es el camino, la verdad y la vida. Él ha regresado, es la persona del año y los conservadores tiemblan.
Queridos cinco lectores, con los mejores deseos para 2026, El Santo Oficio los colma de bendiciones y espera encontrarlos a su regreso el 10 de enero. El Señor esté con ustedes. Amén.