Política

El gobierno mexicano frente a la elección de EU

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De cara a la elección de 1992 en Estados Unidos, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari jugó clara y abiertamente por George Bush padre. Había una lógica: Bush había sido el presidente que había impulsado y negociado con México el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, la herramienta de política económica más importante del sexenio salinista. Además, es extraño que un presidente estadunidense no logre su reelección.

Ganó Bill Clinton y el México de Salinas pagó algunos costos. Como corresponsal en Washington en aquella época, me tocó relatar los esfuerzos de José Córdoba —el real representante de Salinas en Washington— para ser recibido y después escuchado por el equipo del presidente electo.

El TLC había sido concluido en octubre de 1993 y firmado por Bush, ya de salida, en diciembre de ese año; pero el equipo de Clinton propuso acuerdos paralelos que hicieron que no se ratificara hasta noviembre del año siguiente en el Legislativo y en una batalla muy apretada sin demasiado apoyo demócrata —de hecho, votaron a favor más republicanos—. Costó enmendar esa relación con los demócratas.

Muchos años después, el equipo de Enrique Peña Nieto apostó por Trump regalándole una visita cuasi presidencial que no amilanó el antimexicanismo de Trump. La visita le costó el puesto a Luis Videgaray en Hacienda, pero sorpresivamente Trump ganó unas semanas después y entonces Videgaray, que había armado aquella visita con el yerno de Trump, pasó a Relaciones Exteriores. En ese tiempo, Trump no dejó de joder con que México pagaría por el muro, pero después se logró la renegociación del TLC incluyendo al equipo del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

En los últimos meses, López Obrador se ha dedicado a pelearse con demócratas y republicanos. Salvo Trump y Biden, a los que dice respetar porque son buenas gentes. Ha amenazado con influir en mexicoamericanos para que voten como él diga. Pero así no funciona allá. Congresistas, funcionarios de carrera, instituciones como el FBI, la CIA, el ejército, la DEA, el USTR, no están precisamente al servicio de ningún partido.

Tampoco está nada clara la influencia de un presidente en el voto mexicoamericano y que AMLO cree tener.

Lo que sí hay son consecuencias como las hemos visto en otras ocasiones.

Por eso debería haber una estrategia bien pensada y mejor ejecutada para el próximo año y medio, en lugar de arrebatos seudonacionalistas, pero tal vez eso es demasiado pedir.

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Carlos Puig
  • Carlos Puig
  • carlos.puig@milenio.com
  • Periodista. Milenio TV, Milenio Diario y digital, de lunes a viernes. Escucho asicomosuena.mx todo el tiempo.
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