Cultura

Ofrenda agridulce

Dulces, frutas, almíbares, mole, un par de cigarros y una botella llena, las delicias para los muertos hoy son platillos para los vivos. El día de muertos es el pretexto perfecto para recordar los tiempos pasados, aquellos en lo que ignorábamos nuestra suerte futura y, peor aún, desconocíamos el tiempo que nos restaba a nosotros y a nuestros seres queridos. De tal forma que, por medio de esta tradición de celebrar a los difuntos, podemos decir que volvemos a vivir.

Casualmente recreamos aquellas escenas pasadas por medio de la comida, del gusto del difunto, sus antojos y sus costumbres, el guisado, el postre y hasta el vicio con un cigarro o una copa de alcohol. Sin embargo, los tiempos van construyendo y desapareciendo tradiciones o costumbres, al grado, partiendo desde la misma tradición que llevamos a cabo a inicios del mes de noviembre. Por allá de 1563, Sebastián de Aparicio gestiona la implementación de ofrendas para los difuntos, esto a realizarse en la Hacienda Careaga, en Azcapotzalco, Ciudad de México. Su intención, como parte de las estrategias evangelizadoras, fue la de acercarse a los indígenas por medio de sus tradiciones prehispánicas, relacionándolas con elementos u ofrecimientos propios del catolicismo, de tal forma que, se llegara a una conexión de culturas.

Huesos y calaveras, en distintas latitudes, tienen una connotación contraria, al final representan la muerte, pero esta puede ser terrorífica o simplemente ineludible, en México es dulce. Con el éxito de las haciendas azucareras en la época Colonial, la producción de este endulzante logró fama entre las sociedades medias-altas y altas, conventos y algunos particulares comenzaron la producción de productos a base de azúcar, como dulces de leche, frutas cristalizadas y ates, por otro lado, a manera de llegar a toda la sociedad novohispana, se comercializaron conos de melaza cristalizada a un costo muy bajo, conocido como piloncillo. Este pujante mercado, aterrizado a la consolidación de nuevas costumbres, trajo consigo la implementación de azúcar en forma de calaveras, con un alma prehispánica, y palomas y borregos, como elementos de las creencias católicas, a lo cual llamamos hoy en día alfeñique.

Esto no sería de la noche a la mañana, años de convivencia y de un "estira y afloja" permitieron que cada elemento tomara su lugar, los rostros cadavéricos eran aceptados en las ofrendas junto a los crucifijos, ambos iluminados por el resplandor de las velas, entre vasijas de barro con guisos familiares, frutas de temporada, golosinas y bebidas propias de una bienvenida, como todos los años, esperando el momento en que a nosotros nos esperen, como cada día de muertos.

Google news logo
Síguenos en
Benjamín Ramírez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.