A poco más de un mes del fallecimiento de Mauricio Fernández Garza, quien fuera cuatro veces alcalde de San Pedro Garza García, Nuevo León, su hijo, Maximiliano Fernández Zambrano, compartió en entrevista con MILENIO el legado familiar que dejó "El Tío Mau", como se le conocía con cariño al político panista.
Desde su casa en San Pedro Garza García, Maximiliano habló de algunos de los recuerdos más valiosos que tiene con su papá.
“El mejor legado que me dejó fue la manera de por qué ser. Creo que va mucho plasmado en la trilobita, de no vivir solo por ti, sino vivir por algo más grande que tú mismo. O sea, tratar de realmente hacer algo por alguien más, dejar una huella para la humanidad”.
Al ser cuestionado sobre los proyectos que quedaron pendientes para el Tío Mau, Maximiliano recordó que su papá solía tener proyectos a largo plazo, e incluso una visión para los próximos 25 años.
“Los proyectos de mi padre eran muy ambiciosos. Entonces, no creo que una sola persona los pueda acabar; creo que requiere un equipo completo. Dejó muchas cosas pendientes, claro. Dejó parques por terminar, museos por terminar; él tenía una visión a 2050. Entonces nos quedan muchas generaciones por poderlo acabar. Y lo que me daba risa era que cuando según tú ya estabas creyendo que ibas a acabar, no, hombre, ya tenía un plan para los otros 40 años. O sea, nunca podías llegar a la meta de decir ‘ya acabé’, porque ya tenía otros tres proyectos en camino”, refirió.
En cuanto a estos proyectos, Maximiliano señaló que el fallecido munícipe sampetrino tenía más de mil fósiles para integrarlos a un Museo de Paleontología. “Deja mucho por hacer todavía, mucho por acabar y, pues, estoy a completa disposición de ayudar en lo que pueda poner mi granito de arena”.
Una vida en la política
Maximiliano recordó cómo su papá, Mauricio Fernández, fue cuatro veces alcalde (1989, 2009, 2015 y 2024).
“Cuando se lanzó a la política yo tenía edades diferentes. Cuando era más niño no entendía, y nos dolía porque no lo veíamos y queríamos verlo. Pero ¿Cómo un niño va a poder entender que su papá no puede estar en casa porque está defendiendo a toda la ciudad, en proteger a todos los niños, no nomás a los suyos?
“Alguna vez le pregunté: ‘¿Por qué te lanzas a la política?’ Me dijo: ‘Es que si no lo hago yo, ¿Quién lo hace?’. Ya de grande, ya de adulto en su cuarta vuelta por la alcaldía, no tenía más que apoyarlo”, refirió.
El escenario a futuro
Aunque no descartó ni confirmó la posibilidad de ingresar a la política, el hijo de Mauricio Fernández señaló que siempre pondrá lo mejor de sí para que la comunidad se encuentre bien.
“¿Me veo sirviendo a mi nación? Sí. ¿Cómo? Como sea. La verdad, no sé si me considero político. Creo que me gusta más como mi papá decía: ‘Soy un ciudadano preocupado’. Voy a ayudar como pueda, a mi manera. No tengo que estar dentro de ningún partido para ayudar en la política o para aconsejar en lo que pueda, o hacer eventos para ayudar a la ciudad”, refirió.
Aunque reconoce que le han hecho bromas sobre su posible incursión en la política, Maximiliano admitió que aún le faltan cosas por conocer en esa materia.
“Si un día la ciudad me lo pide, pues será muy diferente. O cuando vea lo necesario que realmente nos estamos empinando. Pero la verdad, ahorita tendría que empezar desde abajo si es que quisiera empezar; me falta mucho por conocer.
“Si un día me lanzo para lo que sea, no me voy a lanzar si realmente no creo que pueda ayudar”, refirió.
Una persona que disfrutaba el debate
Maximiliano recuerda con cariño cómo su papá armaba debates en familia a la hora de la comida, pero también gustaba de compartir sus experiencias.
“Era muy único a su manera, era muy divertido estar con él. Cuando eran reuniones familiares, los debates que se aventaban entre hermanos eran divertidísimos, sobre todo con mi hermana Alana. Siempre tenía un tema nuevo del que podías aprender: de su nueva pasión, de su última pesca, de la aventura que acababa de tener.
“Muchas historias del rancho, desde que escribía con amigos las travesuras que hacía cuando era joven. Era siempre muy entretenido; cada vez que ibas ahí era para enriquecerte y llorar de la risa un poco. Un hombre muy ocupado normalmente, por la misma pasión y entrega que tenía, entonces teníamos que siempre aprovechar y ser extremadamente puntuales”.
Señaló además que Mauricio Fernández era una persona a la que siempre daba gusto escuchar.
“Así era mi papá, te sacaba una sonrisa aunque no quisieras. De las pocas personas que con historias ajenas me hacía llorar de la risa. Te contagiaba la felicidad. Era muy entretenido escucharlo.
“Mi papá bailaba, cocinaba, tocaba el clarinete, hasta hizo obras de arte. Fue piloto de carros de carreras, artista de cine, manejó un hotel, fue político, hizo un documental de serie, era todo. O sea, yo escuché una vez esto que decía que es muy peligroso si te defines como un sustantivo, porque lo serás; sé un verbo: cambia, crece, aprende, plásmate como te gusta, qué te atrae en ese momento”.
Momentos de reconciliación
Maximiliano señaló que uno de los momentos más importantes que tuvo con el recientemente fallecido político fue cuando cometió un error grave, pero la reconciliación que vino después fue uno de los recuerdos que más lo marcaron.
“Mi papá se enojó mucho conmigo por algo que hice, se enojó mucho conmigo. Y tuvimos un momento de reconciliación, él, papá y yo. Es muy raro que mi papá tocara sus sentimientos y te hablara a corazón abierto, era rarísimo. Yo tuve la suerte de que lo hizo conmigo y me contó mucho de su infancia, lo que pensaba y sus errores, y toda su vida de niño.
“Creo que me dio mucha seguridad en mí mismo, saber que muchas cosas que él pasó yo también las pasé, y que pensamos igual en muchas maneras y que reaccionamos igual en muchas maneras.
“Fue un momento muy bonito; creo que nunca me había sentido tan cerca de mi papá como en ese momento. Por primera vez en mi vida dejé de verlo como papá, en ese momento nada más, y lo vi como mi mejor amigo. Creo que es el momento más bonito que tuve con él”, contó en exclusiva para MILENIO.
Siempre presentes
Además, recordó cómo durante su infancia y adolescencia su papá “no se perdía nunca ni un entrenamiento”, y hacía espacio en su apretada agenda para acompañarlo en sus competencias y entrenamientos de ajedrez y tiro con escopeta.
“Le encantaba cuando podías hacer algo fuera de lo normal, cuando hacías algo extraordinario, te lo impulsaba y te apoyaba. También te dejaba mucho cometer errores, que aprendieras, y siempre, aunque estaba tan ocupado, tal vez no estaba ahí presente, pero siempre te estaba cuidando a lo lejos. De una manera muy hermosa de demostrar su amor, que era con un simple gesto, un guiño…”, refirió.
Ser auténticos
Maximiliano recuerda como una de sus memorias más preciadas la forma en que el cuatro veces ex alcalde sampetrino siempre impulsaba a sus hijos a expresarse libremente.
“Nos dejó mucho el no tener miedo a ser, a ser auténticos, o sea, explayarte, reír, caerte, llorar, ser, que digas ‘esto me gusta y no pasa nada’, a romperte de la silueta que la sociedad te forma, sino a vivir tu experiencia, así sea todo poder a toda pasión.
“Y por ende también pasa lo intelectual, porque para poder lograr hacer eso tienes que tener un gran conocimiento sobre tu persona y las visiones que tomas.
“O sea, no nomás es ir tropezando por la vida, sino que mi papá tuvo una meta y una visión, y caminaba hacia esa visión. Entonces, es ser muy libre, pero muy objetivo al mismo tiempo. Intelectualmente creo que nos hizo muy sabios —sabios entre comillas—, porque aprendimos a cometer errores y a saber mejor después de ello”, concluyó.
grt