Llevo toda la semana haciendo un análisis de lo que está pasando con la comunicación política hoy.
He visto cualquier cantidad de “spots”, de audios, de videos pero ninguno como “Los primeros 365 días, la transformación avanza”.
¿Qué es esto? Una obra maestra. No lo puedo decir de otra manera. Si hubiera un festival mundial de comunicación política, esta pieza de 45 minutos ganaría el primer lugar.
Búsquelo, por favor, y compártalo. Es muy fácil verlo, especialmente en X donde los contenidos políticos provocan los mejores y los peores debates.
Obvio, también está en otras redes como YouTube y Facebook.
¿De qué trata “Los primeros 365 días, la transformación avanza”? En una primera lectura lo podríamos llamar “el documental del primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum”.
El problema es que descrito así suena a lugar común, a material de flojera. Y no. Esta joya es todo menos eso.
Para mí, “Los primeros 365 días, la transformación avanza” es el más asombroso retrato jamás filmado de una presidenta, de una mujer, de un pueblo, de un país.
Si le parece, vamos a dividir esto en tres partes: el contenido, la forma y Claudia.
El contenido: no doy crédito de la perfección estructural de este material. ¿Me creería si le dijera que la información fluye tan, tan, pero tan rico, tan, tan pero tan cálidamente, que ni se siente?
Se va como agua mientras conecta con el cerebro y con el corazón. Está todo lo que tiene que estar. Es un poema.
Lo vi y dije: esto es como Sabines, pero en cine. ¿Necesito decir algo más?
La forma: no me quiero ni imaginar el infierno que fue filmar pero, sobre todo, editar tantísimo material de tantísimos días de trabajo de la presidenta de México.
No hay una sola toma que no sea exquisita. No hay un solo audio que no esté bien grabado. No hay nada que esté mal. Es una belleza que abre caminos técnicos. En serio.
Claudia: es de no creerse el tamaño de Claudia Sheinbaum como líder en materia de comunicación.
Yo, que la comencé a ver hace muchos años apareciendo en unos “spots” increíblemente humildes, no quepo en mí de la admiración al observar el monstruo sagrado en que se ha convertido.
Por un lado está su agilidad mental. Brillante. Por el otro, su voz. Deje usted la dicción. ¡El tono! Hay ternura, pero hay autoridad. Jamás en mi vida había escuchado algo así.
Y en medio tenemos su imagen. La doctora Sheinbaum luce como jamás había lucido una mujer presidenta en el mundo. Lo digo en positivo.
Pero en “Los primeros 365 días, la transformación avanza” hace cosas que catapultan su imagen que jamás le habíamos visto.
Hablo de esos momentos en los que le habla a la cámara. Hablo de esos fragmentos en los que le habla a las audiencias como si estuviéramos ahí, como si nos estuviera viendo. Y no en un evento masivo.
¡No! Es como si nos estuviera viendo cara a cara. Es muy mágico, muy poderoso, inigualable.
Ojo: esto no es un informe de gobierno. Esto no es lo de siempre.
Y es en este punto donde tengo que poner sobre la mesa lo más fascinante de esta película: ver a Claudia es vernos a nosotras mismas, a nosotros mismos.
Su retrato es el retrato de la nación. Su retrato es nuestro retrato.
No hay manera de mirar esta pieza y de no sentir que es la historia de nuestra vida en el último año. No me cabe en la cabeza que algo tan nacional pueda ser tan personal, tan íntimo.
Felicito públicamente a todas las personas involucradas y le suplico a los medios públicos que lo vuelvan a programar pero anunciándolo mucho, anunciándolo con mucha anticipación para que nadie se lo pierda.
Luche con todas sus fuerzas por ver “Los primeros 365 días, la transformación avanza”. Le va a gustar. De veras que sí.