Ya sé lo que va a pasar: Por un lado tendremos a los intelectuales haciendo gala de su educacionismo y, como siempre, poniendo al libro por encima de la película.
Por el otro, a la comunidad LGBT hablando pestes de Manolo Caro por llevar su cine hacia otras partes.
Y por último, México entero se volverá experto en narcotráfico y a nadie le va a parecer nada.
Pero el filme “Fiesta en la madriguera” que se estrena hoy miércoles 1 de mayo en Netflix está buenísimo y es particularmente importante.
¿En qué me baso para decir que está buenísimo? En que, más allá de que está maravillosamente bien escrito y filmado, es alucinantemente entretenido, adictivo, morboso e inteligente.
¿Y lo de importante? ¿Qué tiene esta película de importante? Primero, que es la reinvención de Manolo Caro. Esta cinta, por su temática y por sus alcances, representa un antes y un después en su carrera.
Y, segundo, porque significa el regreso de este gran director a México después de haber triunfado durante una larga temporada en el complicadísimo cine español.
“Fiesta en la madriguera” es un libro fundamental de Juan Pablo Villalobos que causó furor cuando se publicó hace casi 15 años.
Estábamos en pleno sexenio de Felipe Calderón, con el país en guerra, atentados por aquí, bloqueos por allá y mucho narco-entretenimiento.
“Fiesta en la madriguera”, en lugar de caer en la promoción o en los lugares comunes de las historias de aquel entonces, partía de las extravagancias del crimen organizado para llevarnos a reflexiones universales.
Más que un narco-libro era y es una fábula sobre el paternalismo, la sobreprotección y la pubertad.
Y, como buena fábula, está llena de símbolos. Si no son los animales son los sombreros. Si no son las armas es la comida. Si no son los adjetivos son las notas musicales.
Ojo: cuando hablamos de paternalismo, sí, estamos hablando de padres e hijos, pero también de gobiernos, de poderes fácticos y de mil cosas peores.
“Fiesta en la madriguera”, la película, es una de las mejores decisiones que Netflix pudo haber tomado para la Latinoamérica de hoy porque es un tema horrible, pero visto a través de los ojos del maestro Caro se convierte en un caramelo y eso, en lugar de bajarlo de nivel, lo potencia.
El mundo del narco, en cine, es todo muerte, sordidez y violencia. Manolo, el genio detrás de cañonazos como “La casa de las flores”, es todo vida, pulcritud y ternura.
El resultado es una experiencia riquísima. Me acordé de cuando Cuarón hizo “La princesita” después de “Sólo con tu pareja”. Nadie se lo esperaba, o cuando menos nadie se lo esperaba así. ¡Y mire todo lo que vino después!
Yo creo que lo mismo va a pasar con Manolo Caro que en esta ocasión, en lugar de trabajar con las estrellas que ya le conocen el tono, se va con las que se habían vuelto famosas precisamente por trabajar en otro.
Desde los ganadores del Ariel Mercedes Hernández (“Sin señas particulares”), Raúl Briones (“Una película de policías”) y Daniel Giménez Cacho (“Bardo”) hasta el famosísimo Manuel García-Rulfo (“El abogado del Lincoln”) pasando por mucho de lo mejor del teatro nacional como Alfredo Gatica y Pierre Louis.
Obvio, el lanzamiento estelar del niño Miguel Valverde (no confundir con el muralista del mismo nombre) llama mucho la atención.
Pero le ruego que aprecie lo que hay detrás de esta cinta y no sólo a nivel talentos. ¿Qué me dice del choque de universos entre lo cerrado, cerrado, y las locaciones en África? ¿Así o más diferente?
Sí, yo sé lo que va a pasar. Lo que los “expertos” van a decir. Lo único que le ruego es que no se deje llevar por la opinión de nadie (ni siquiera la mía) y que viva este filme de principio a fin.
Usted es el mejor crítico del mundo. Sólo usted sabe lo que le gusta y lo que no.
Luche con todas sus fuerzas por ver “Fiesta en la madriguera” en Netflix. Algo me dice que aquí ocurrirá algo mucho muy especial. ¿A poco no?