Estoy muy tenso con esta historia de la gran final de la tercera temporada de “La casa de los famosos México”.
¿Por qué? Porque hay un paquete de frases que todo el tiempo se están repitiendo en los medios, en las redes y en los podcasts:
“Esta temporada estuvo muy light”, “Esperábamos que se pelearan más”, “No hubo suficiente chisme”, “Faltó veneno”, “¡Ay, qué flojera!”
¿Sí se da cuenta de lo que pasó aquí? Los opinadores no querían ver “La casa de los famosos México”. Querían odio, querían violencia, querían basura.
Perdón pero aquí también tenemos un termómetro social.
¿Con qué cara exigimos respeto, inclusión, equidad y todo eso con lo que nos llenamos la boca cada vez que podemos si, en el fondo, amamos el rencor, la discriminación y las agresiones?
¿Quién nos enseñó que lo bonito de un “reality show” era ver que humillaran a las mujeres, que se burlaran de las minorías o que se confrontaran con rudeza personas de diferentes generaciones?
¡Cuidado! En serio. ¡Cuidado! El “juego” de “La casa de los famosos México” no está sólo de un lado de las pantallas. Está de los dos lados. De los dos.
Y si por acá la gente que tiene el poder de las cámaras y los micrófonos está pidiendo un retroceso, imagínese hasta dónde podríamos llegar.
No, pero espérese. Se pone peor: ¿quiénes son las voces que más se han quejado de esto? Las mujeres, las personas del colectivo LGBT. ¡Las más afectadas por el odio!
O sea, ¿cómo? ¿En qué momento las comunicadoras y los comunicadores se volvieron locos?
Por favor piense con mucha seriedad en todo lo que se ha dicho alrededor de “La casa de los famosos México”. Piense en lo que usted ha dicho.
Y tenga cuidado, no vaya a ser que por andar invocando al diablo al ratito nos toque a nosotras y a nosotros ser víctimas de eso o, peor tantito, que nos vayan a quitar nuestros derechos en aras de la “diversión”.
¿Qué le puedo decir del triunfo de Aldo de Nigris? Que su victoria es el éxito más grande que “La casa de los famosos México” nos pudo haber regalado.
Aldo es el Wendy Guevara de 2025. Es el más digno representante de un México nuevo. Es la materialización del cambio social.
Aldo es un hombre blanco, heterosexual, cisgénero del norte que viene de una familia con dinero, con poder y, lo más tremendo de todo, con los más polémicos antecedentes.
Este señor tenía todo para ser la reencarnación plus de Adrián Marcelo.
¿Y con qué nos encontramos? Con un ser humano excepcional, con un hombre respetuoso, solidario y cariñoso, con un joven capaz de expresar sus sentimientos sin culpa, sin complejos.
Aldo de Nigris va más allá de las nuevas masculinidades. Aldo es la voz de una nueva mexicanidad que abraza con amor las diferencias, que abraza con amor a las mujeres, que abraza con amor a las minorías.
Lo más maravilloso es que es de verdad. Este joven se volvió famoso por no ser famoso, por ser como usted o como yo.
La gente votó por él en franco rechazo a la fama, a la falsedad que dan la televisión y las redes sociales, a la pose permanente de la gente del medio artístico, a ese mundo de privilegios sostenido en mentiras y en el falso glamour.
“La casa de los famosos México” no es una casa de personas famosas. Es la casa donde el pueblo decide a quién hacer famoso y a quién, no. Es la casa donde proyectamos lo que llevamos dentro. Es nuestra casa.
Debemos celebrar y estudiar el éxito de Aldo porque manda mensajes mucho muy hermosos. Porque al ganar él, ganó Dalilah, ganó Abelito, ganó Shiki, ganó Mar, ganó Alexis y ganaron todos los demás.
Porque al ganar él, ganamos todas, ganamos todos. ¿A poco no? ¡Felicidades!