Por alguna extraña razón muchas mexicanas y muchos mexicanos, cuando pensamos en ir de vacaciones a Japón, nos ponemos nerviosísimos.
Imaginamos que se trata de un lugar lejano, caro, complicado, inaccesible.
Por favor olvide todo lo que crea saber sobre esto, tenga cuidado con algunos “influencers” que publican un montón de barbaridades sólo para hacer negocios y considere con bastante seriedad visitar el país del sol naciente.
En mis tiempos, ir a Japón era difícil porque había que pasar o por Estados Unidos o por Canadá y, la verdad, nos salía carísimo.
Hoy ir a Japón es muy sencillo. Hay vuelos directos y a las mexicanas y a los mexicanos nos rinde mucho el dinero.
Ahora en noviembre hice 15 horas de ida y 12 de vuelta pero los aviones están tan bien acondicionados y la emoción es tan grande que, créame, el resultado son excelentes experiencias de vuelo.
Las mexicanas y los mexicanos no necesitamos visa si vamos de turistas y todo, absolutamente todo, es amigable.
No le tenga miedo al japonés. Yo me la pasé utilizando la App de traducción más básica de mi celular y no tuve ningún problema traduciendo, al momento, todo los letreros que quise, y diciéndole a la gente lo que le quería decir.
En el remoto caso de que usted no quiera o no pueda, no hay problema. En todos los lugares turísticos hay letreros y menús en inglés. ¡Hasta en los tours más locales le ofrecen tarjetas en inglés a las y los visitantes!
El tema del hospedaje es como en cualquier parte del mundo. Hay de todo para todas y para todos tanto en hoteles tradicionales como en plataformas que conectan a viajeros con anfitriones.
¿Cuál es la clave para ahorrar? Comprar las cosas con anticipación. Así como cualquier persona puede conseguir vuelos y hoteles baratísimos en Europa organizándose con meses de anticipación, pasa lo mismo en el caso japonés.
No se agobie ni por la conectividad ni por los enchufes eléctricos.
Japón es lo más avanzado del mundo. Hay internet gratis en muchos lugares y es facilísimo conseguir tarjetas SIM, dispositivos Wi-Fi o paquetes con nuestras compañías de teléfono celular.
En los aviones y en los hoteles, los enchufes están preparados para que usted conecte cualquier aparato eléctrico de cualquier nacionalidad.
Y si no, los adaptadores son muy fáciles de conseguir. En muchos lugares los prestan sin costo.
Para que entienda, hace algunas semanas, cuando estuve por allá, coincidí con una convención de Omnilife.
No tengo el dato exacto pero, por lo que me dijeron mis fuentes, ha sido la convención de extranjeros más grande de toda la historia de Japón.
Fueron más de mil familias de mexicanas y de mexicanos, y todas y todos se veían más que felices, conectadísimas, conectadísimos. Sin problema de nada. ¡Japón es ideal hasta para convenciones!
Transportarse allá es lo máximo. Jamás en mi vida había estado en un país tan conectado a través del transporte público.
Usted toma el metro, transborda con los trenes, con el tren bala, y en muy poco tiempo puede estar en otra ciudad o en otra prefectura más allá de la espectacular eficiencia de sus aeropuertos.
Le recomiendo comprar con tiempo sus boletos de tren o de avión por internet. Las páginas están en español y, volvemos a lo mismo, los precios son accesibles.
Cero broncas para tomar taxi. Puede pagar con tarjeta. Sí hay Uber. Con las Apps de traducción todo se vuelve muy práctico (y divertido).
¿Qué pasa con las comidas y las compras? Nada malo. Todo bueno.
Japón está lleno de increíbles manjares locales y de portentosas opciones internacionales. Desde golosinas exquisitas hasta platillos prodigiosos.
Es igual que aquí. ¿Quiere un cotizadísimo ramen local? Se forma en la calle durante un largo rato como se formaría en la Ciudad de México por una torta de chilaquiles.
¿Quiere algo rápido para llevar en el tren bala? Todas las ciudades están llenas de tiendas de conveniencia que, por cierto (yo no lo sabía), son un invento japonés.
¿Se le antoja un menú sofisticadísimo elaborado por los más premiados chef? Busca en internet y reserva en español o en inglés como lo haría en Monterrey o en Guadalajara.
Hay cosas que, incluso, son más sencillas que aquí como pagar la cuenta:
No se deja propina, las meseras y los meseros le dan un recibo o una ficha y con eso va a pagar a la caja en efectivo o con su tarjeta mexicana que pasa como en cualquier lugar del mundo.
Las compras, por cierto, son una tentación irresistible por el tipo de cambio, que es muy favorable para nuestros bolsillos, y porque no hay manera de ir por las calles y de no querer llevarlo todo:
Mangas, peluches, figuras de acción, artesanías, ropa, recuerdos, sake, cuchillos, antigüedades, zapatos, dulces, botanas. En cada ciudad hay zonas especializadas en lo que usted quiera, guste y mande.
Amé que en muchísimas tiendas, si usted presenta su pasaporte, le quitan los impuestos. Los letreros son claros.
Lleve sus maletas vacías porque regresarán llenas de cosas que ni se imaginaba que existían.
Pero todavía no le digo lo más bonito: la gente. Siempre que he ido a Japón, siempre, me he sentido seguro y me he topado con gente amable, educada, respetuosa y preocupada porque las y los visitantes se la pasen bien.
Nunca nadie, ahí, me ha discriminado, me ha puesto mala cara, me ha levantado la voz o me ha negado el servicio por ser mexicano, como, tristemente, me ha pasado en otros destinos turísticos.
Se tenía que decir y se dijo: Japón es ideal para nosotras y nosotros. Por favor considérelo para su próximo viaje. En serio.