A Susana, de 32 años, empleada de la Ciudad de México, no le alcanzaba su sueldo para pagar la renta de su casa, por lo que hace dos años decidió pedir un préstamo a una fintech, sin saber que eso le traería muchos más problemas, pues de 10 mil pesos que pidió ahora debe 50 mil.
De acuerdo con datos de 10 instituciones financieras diferentes, la banca tradicional llega a cobrar un costo anual total (CAT) promedio de 78.3 por ciento, mientras que las Fintech es de 151.9 por ciento.
Pero considerando que el CAT más bajo de la banca está en 48.9 por ciento, y la fintech que cobra más está en 187 por ciento, la diferencia es que te puede salir 138 puntos porcentuales más caro tu crédito con una de las nuevas financieras digitales.

Ángel González Badillo, director general de la organización civil Defensa del Deudor, señaló que la ausencia de regulación abre la puerta a tasas de interés sumamente elevadas.
“A diferencia de la banca múltiple, las fintechs aplican intereses que transforman un préstamo de 10 mil pesos en una deuda de 50 mil pesos en menos de seis meses, lo cual no puede justificarse legalmente”.
“Alegan que prestan a personas de alto riesgo, como jóvenes sin historial crediticio o personas mayores con mal historial, y que eso justifica las tasas; sin embargo, es una práctica abusiva e incluso usuraria” agregó.
Los nuevos jugadores
Las fintechs, cuya publicidad abunda en redes sociales, se convirtieron en la opción de financiamiento más accesible para millones de mexicanos que, por un mal historial crediticio o trabajar en el sector de la informalidad, no cuentan con acceso a un crédito en la banca múltiple; no obstante, esta modalidad puede convertirse en un espejismo.
“En los últimos tres años los mayores jugadores Fintech que dan crédito en el país han optado por adquirir una licencia regulada bajo la figura de Sociedades Financieras Populares (Sofipos), lo que les permite no sólo prestar, sino también captar depósitos del público general. El último año ha habido una gran competencia por atraer depositantes, cuyo principal eje ha sido la tasa de interés”, expuso un reporte de Moody’s.
Esto significa que, al ofrecer tasas de interés de hasta 15 por ciento —muy por encima del promedio de referencia del Banco de México, de 7.5 por ciento—, las fintech elevan sus costos de fondeo, pero a cambio reducen otras limitantes, como los requisitos del Buró de Crédito, con el objetivo de atraer a un público más amplio.
Límites para los tradicionales
Carlos Valderrama, director general de la firma de consultoría Legal Paradox, explicó que para los bancos tradicionales en México es muy difícil cobrar un crédito y hacer una recuperación efectiva; es decir, no hay un proceso legal eficiente para ello.
“Cuando tú abres la llave para que el crédito se empiece a ofrecer, pero no se tiene la data del historial crediticio, entonces las tasas deben de ser altas, porque lo que la apuesta apostando es que la mayoría de las personas va a dejar de pagar”, comentó en entrevista para MILENIO.
“Mientas que las personas que sí van a pagar, no solo tienen que pagar su crédito, sino el crédito de los demás que no se está pagando”, agregó.
De 2015 hasta el año pasado, 37.3 por ciento de las personas de 18 a 70 años declaró contar con al menos un crédito formal, lo cual representa un aumento 8.2 puntos por arriba del porcentaje registrado hace 10 años, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Conociendo a los clientes
Carlos Valderrama señaló que si no se hace un análisis eficiente, con data tradicional; esto es, buró círculo de crédito o con otro tipo de data alternativa que lleve a concluir que la persona no solo tiene la capacidad económica de pagar, sino la voluntad de pago, se empiezan a generar créditos para personas que que no tienen ni los recursos ni la voluntad de pago.
“Claramente va a haber un impago y eso incluso se puede transformar en una crisis económica. Eso fue, por ejemplo, lo que pasó en 2008 con los créditos supreme que eran créditos hipotecarios que estaban siendo colocados para personas que no tenían capacidad financiera adecuada”, dijo.
Sin embargo, destacó que en el caso de las fintechs que inician con tasas muy altas, pero que a lo largo de los meses las van disminuyendo porque empiezan a conocer cuáles son las personas o cuáles son las características de las personas que sí les pagan.
Los contras de la inclusión financiera
En el discurso general, la inclusión financiera suele presentarse como una solución para acercar servicios financieros a sectores históricamente excluidos. Sin embargo, detrás de esta narrativa positiva, de acuerdo con Ángel González de Defensa del Deudor, se esconden varios riesgos que afectan directamente a los consumidores, especialmente cuando se trata del crédito otorgado por fintechs.
“Aunque formalmente las tasas de las fintechs rondan entre 95 o 100 por ciento, en la práctica se registran casos mucho más extremos”, precisó a MILENIO.
González señaló que uno de los principales problemas detectados es que muchas de estas financieras no entregan contratos a los usuarios, lo cual es ilegal.

Además de que algunos consumidores aceptan préstamos simplemente con un clic en la aplicación, sin ver claramente cuánto recibirán, cuánto pagarán, cuál será la tasa de interés o el CAT.
“En ocasiones, el contrato sí existe, pero el usuario no lo exige por exceso de confianza o desinformación”, dijo.
Expresó que lo anterior permite que estas plataformas operen sin que el consumidor entienda las condiciones reales del crédito y como muchas no están reguladas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) ni registradas ante la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), no existe una forma clara de reclamar en caso de abuso.
Agregó que otra señal de alerta es la cobranza extrajudicial, ya que algunas plataformas recurren a métodos intimidatorios como llamadas en la madrugada, amenazas y hasta envío de imágenes ofensivas, aun cuando el usuario haya caído en mora por causas ajenas, como enfermedad o pérdida de empleo.
“Algunas fintechs legalmente registradas también caen en estas prácticas, no solo las ilegales”.
“Cuando el deudor ya no puede pagar, incluso le depositan nuevos préstamos no solicitados, con condiciones aún peores, iniciando así un círculo vicioso de sobreendeudamiento”, apuntó.
Destacó que por lo general las personas más afectadas son principalmente aquellas que no tienen acceso a la banca tradicional y con baja educación financiera.
“Son los clientes que no entienden a fondo cómo funcionan estos productos, quienes aceptan nuevos préstamos para pagar los anteriores y terminan atrapados en una bola de nieve financiera impagable”, dijo.
La deuda impagada y las prácticas de estas fintechs terminan afectando el historial crediticio de los usuarios, especialmente jóvenes que están accediendo por primera vez a productos financieros, provocando que en el futuro no puedan acceder a créditos bajo condiciones justas.
Negociar la deuda con fintechs
González indicó que toda deuda puede negociarse, incluso con estas plataformas, aunque el problema es que, a diferencia de los bancos, no tienen áreas bien estructuradas para negociar, ni procesos claros ni personal capacitado.
“A menudo, los usuarios ni siquiera saben dónde acudir”, dijo.
Destacó que para lograr un acuerdo es necesario ser muy paciente, incluso por años.
“A la larga, muchas fintechs terminan vendiendo sus carteras vencidas a empresas adquirentes, que también suelen operar sin regulación clara, pero negociar con ellos también es posible, siempre que se busque asesoría adecuada”, agregó.
Ante estas situaciones señaló que la principal recomendación es exigir el contrato.
“Si no te lo dan, no firmes nada ni aceptes el crédito. La información clara y completa sobre el préstamo debe estar disponible antes de aceptar cualquier oferta”, aconsejo González principalmente a los jóvenes como Susana, quien espera resolver su deuda a fin de año, con lo que recibe de aguinaldo.
AG