Dependiendo de la universidad o de la Facultad donde se curse, el plan de estudios de la carrera de Ciencias de la Comunicación tiene una asignatura denominada Teorías de la Comunicación (o en algunos países: Teorías de la Información) en la que, de manera obligatoria, se leen y se analizan libros de autores como Armand Mattelart, el sociólogo belga afincado en París que falleció el pasado 31 de octubre.
Sus textos, enmarcados en el estructuralismo y el marxismo, son una acérrima crítica a los medios de comunicación de masas, como dispositivos de ideología y poder que sostienen el orden dominante, así como al imperialismo de las industrias culturales. Los estudiantes cargábamos en nuestras mochilas y subrayábamos ejemplares de Para leer al Pato Donald o La invención de la comunicación.
Esos ensayos estaban llenos de afirmaciones como “el sistema de comunicación mundial es el resultado de una organización material de los flujos simbólicos al servicio de la dominación, pues se trata de una estructura que acompaña, reproduce y legitima las relaciones de poder del capitalismo global.” En sus páginas uno se topaba, además, con conceptos como “colonialismo mediático”, “imperialismo cultural” o “economía política de la comunicación”.
La noticia de la muerte de Armand Mattelart se difundió varios días más tarde de haber ocurrido. Después de unos “meses difíciles”, con cinco hospitalizaciones, su cuerpo debilitado no resistió una infección pulmonar. Tenía 89 años, el prestigio de sus libros traducidos a varios idiomas y de sus concurridas cátedras en la Universidad de París VIII (Vicennes-Saint Denis).
Mattelart hablaba un excelente español. Lo aprendió en Chile, donde trabajó en el equipo del presidente Salvador Allende en la definición de políticas de comunicación “soberanas, antimonopólicas y orientadas a la democratización del conocimiento”, hasta que ese “laboratorio de utopías comunicacionales” quedó truncado por el Golpe de Estado de Augusto Pinochet en septiembre de 1973.
Entonces Mattelart se fue a vivir a París, pero jamás se desentendió de América Latina. De hecho, tal vez ésta sea la región del mundo donde ha sido más leído y querido. Junto al argentino Héctor Schmucler, impulsó la revista Comunicación y Cultura, primera publicación latinoamericana en abordar la comunicación desde una perspectiva marxista crítica. La revista migró con sus autores: de Chile a Argentina y finalmente a México, tras los golpes militares que marcaron a Latinoamérica.
Me tocó verlo en uno de sus múltiples viajes a México, en 2007, cuando asistí a una conferencia que dio en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Yo ya había terminado la carrera, pero guardaba (guardo) sus libros y los llevé para que me los firmara. “Lamento que hayas tenido que leerlos a la fuerza”, me dijo con una sonrisa el profesor Mattelart, flaco y de pelo blanco. En realidad los leí con entusiasmo, y no es que yo fuera su fan, como sí lo era de Ryszard Kapuściński o de Gay Talese, pero ahora pienso que tal vez lo veía como “nuestro Marshall McLuhan” (cosas de la juventud, ustedes disculpen a este romántico e ingenuo columnista).
En cualquier caso, el fallecimiento del sociólogo belga-francés-latinoamericano marca el cierre de una etapa histórica en la reflexión sobre comunicación, ideología y poder, ya que su obra, tejida desde el compromiso político y académico, dejó una huella indeleble en la formación metodológica y ética de generaciones de comunicadores a los que nos inculcaron una mirada crítica, interdisciplinaria y emancipadora de la cultura.
Pero no crean que Armand Mattelart no se estancó en el siglo XX. Uno de sus últimos libros publicados fue De Orwell al cibercontrol, donde se abordó la transición hacia un imperialismo digital de control cibernético, gracias a las nuevas tecnologías y herramientas de dominación cultural e ideológica, como las llamadas “redes sociales”, sin olvidarse de la responsabilidad de las empresas digitales.
La noticia de su muerte me llevó a reflexionar acerca de su legado crítico, ético y metodológico, que no ha caducado, como muchos podrían pensar, pues ahora, cuando vemos cómo se está legitimando cada vez más el pensamiento reaccionario y conservador, su análisis de las ideologías nos recuerda que el avance o retroceso de la sociedad continúa dándose en el campo simbólico de la cultura y la comunicación.
AQ / MCB