Así como la resolución de conflictos o los acuerdos para empezar a vivir juntos, comunicar las necesidades sexuales también es un factor importante para el bienestar de una relación. Aunque para algunas parejas esto podría ser un tema incómodo y hasta difícil de platicar.
“Para muchas personas, la conversación del sexo con la pareja es difícil, es compleja y no es nada sencilla. (….) Es sentarte y vulnerarte”, explicó a MILENIO la educadora sexual, Camila Lavalle.

Las necesidades sexuales no sólo implica hablar de fantasías o posiciones nuevas en la cama. También es tocar el tema de los anticonceptivos, masturbación, no negociables, el conocimiento de su cuerpo, autoestima e incluso lo que para esa persona significa el sexo y cómo formó esa pensamiento: quién le habló por primera vez del tema, cómo lo abordaban en casa, si en este concepto influyó algún factor cultural o religioso, si pasó por algún tipo de abuso, etcétera.
Por eso, destacó Lavalle, es crucial que antes de abrir esa conversación “reconozcas tu historia en torno a la sexualidad”, así como la de tu pareja. De igual modo, la flexibilidad y empatía son esenciales para adentrarnos en estos temas: “La otra parte también tiene su propia historia de la sexualidad y su propio tema”.
Realizar esta autorreflexión y empezar a abordar estos temas fortalece—e incluso mejora— la vida sexual en pareja, y hasta la individual. Sin embargo, esto no significa que el sexo será mágico y perfecto a partir de ese momento, sino que tendrán mejores herramientas para hacer frente a circunstancias incómodas, preocupantes o bochornosas, como por ejemplo: probar o intentar “algo nuevo”.
¡OJO"El tiempo y el lugar sí importan
Al ser un tema sensible y hasta incómodo, es importante que si hay un interés por renovar la dinámica sexual, se plantee en espacios cómodos y seguros. En recomendación de Lavalle: “En un ambiente no sexual, como en la cama después de tener relaciones”.
El sexo no debe ser perfecto
En una conversación anterior con MILENIO, la también sexóloga de JoyClub recordó que el deseo sexual es fluctuante y cambiante. El paso de los años, las rutinas, cuestiones hormonales o la ingesta de algunos medicamentos pueden influir en el sexo en pareja.
Por supuesto, si la dinámica sexual no se ve afectada o la pareja aún está conforme, no es necesario modificarla; en caso contrario, sí sería conveniente abrir el diálogo para buscar nuevas maneras de satisfacer ese deseo. Aunque tampoco hay que esperar a la inconformidad para reinventarse, sino que puede derivar desde un genuino deseo por probar cosas nuevas.
Pero poner sobre la mesa la pregunta “¿Y si intentamos hacer esto?” implica asimilar que, quizás, ninguno de los dos sepan cómo hacerlo, cómo se sentirá o qué situaciones incómodas necesiten pasar. En otras palabras: implica asimiliar que el proceso no será tan mágico y fantástico como creemos.
“Al estar influenciados por el amor romántico, pensamos que la pareja nos va a venir a enseñar todo sobre el sexo. Y la neta es que no. Entonces es sentarte y vulnerarte en esos temas, (al decir): ’¿Sabes qué? En estos temas estoy en ceros.’, ‘Quisiera conocer más, adentrarme en estos temas’”.

Además de hablar en primera persona— es decir, expresarnos desde nuestra experiencia y emociones—, ser flexibles y no juzgar, Lavalle también recomienda “ver el sexo como una experiencia y no como ‘un demostrar (algo)’”.
Esto permite a la pareja apartarse del mito de que el sexo siempre debe ser perfecto y placentero. Por ende, será más abierta a asimilar y aceptar que el sexo también puede ser extraño, cringe y hasta una mala experiencia.
“Una idea muy cañona es que cada vez que tengamos sexo, tiene que ser la cosa más mágica del mundo y al chile no. (…) A veces estará chido; a veces raro; a veces medio akward y está bien. (…) Pueden haber orgasmos que estén raros y pueden existir situaciones en las que digas: ‘Esto me cagó’. Pero creo que la clave es no clavarte”.

¿Por qué perdemos el placer sexual?
A lo largo de su experiencia como educadora sexual, Camila Lavalle ha detectado que la pérdida del placer sexual obedece a distintos factores en hombres y mujeres.
En el caso de las mujeres, señaló dos principales razones: la educación sexual que han recibido— es decir, “la forma en la que se ha entendido lo que es el sexo para ellas, el compartir su cuerpo y el placer”— y el desconocimiento de sus cuerpos, “de sus funciones, de su anatomía, de su vulva, de su vagina y de todo”.
“Es un tema social que el sexo es para darle placer al otro o la otra. Y no nos enfocamos en nosotras; no nos estamos priorizando y desde ahí nos alejamos de nuestra identidad placentera”.
En tanto, los hombres se desconectan de ellos mismos— y de su placer— por un tema de rendimiento sexual. O como Lavalle lo detalló: “El tema va con esto de la hombría, del machismo: de querer eyacular no sé cuánto tiempo, cuántas veces y durar mucho”.

Cambiar la perspectiva del sexo es clave para el disfrute del mismo.
Verlo como una experiencia antes de un acto para “demostrar algo” lo convierte en un espacio no sólo de placer, también de respeto, confianza y hasta aprendizaje de sus propios cuerpos. Porque sí, la convivencia en pareja es otra manera de conocer nuestros cuerpos.
“Sí nos dicen: ‘¡No! Conócete tú primero tú sola’. Pero somos seres sociales que estamos en constante conocimiento en conjunto de otras personas. (...) Es entender que en presencia de otras personas también puedes aprender de tí misma y aprender de la otra persona. Y es válido y no es menos o mejor que otra forma de aprender a conocerte”.
ASG