Más allá de la sobrerrepresentación que pueda o no alcanzar Morena en el Congreso de Tamaulipas, lo importante es conocer si el actuar de los próximos legisladores estará del lado del “pueblo sabio” o si servirán de caja de resonancia a la voluntad y los intereses del poder ejecutivo, en manos del gobernador Américo Villarreal Anaya.
Si el anuncio expresado por Juan José Guadalupe Ramos Charre, presidente del Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam), se cumple, será mañana miércoles cuando se asignen las 14 diputaciones plurinominales, y la próxima 66 Legislatura tomará forma.
Se contempla que Morena obtenga cuatro, el PT y el PVEM una cada uno, mientras que Acción Nacional cinco, el PRI una y Movimiento Ciudadano dos, aunque no se descartan modificaciones de última hora.
El legislador morenista Isidro Vargas Fernández ha insistido en que su partido no tendrá sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados.
Esta postura puede ser muy cierta, pero también es muy común, y seguramente se verá en un futuro no muy lejano, que los partidos satélite como el PT y el PVEM asuman una postura oficialista.
Lo mismo sucede con los diputados de Movimiento Ciudadano, y más cuando hay negocio de por medio.
Entonces, los tamaulipecos pueden esperar que las mujeres y hombres por quienes votaron desempeñen un papel cercano a las necesidades de la población, atendiendo “primero a los pobres” y que reflejen el sentir de la mayoría.
Tampoco se puede esperar la concentración del poder entre el Ejecutivo y el Legislativo, ya que esto facilitaría la corrupción en la estructura política, social y económica de la entidad, algo que tanto han criticado durante el sexenio federal y en lo que va de la presente administración estatal.
Tampoco serán testigos de una cacería de brujas tras el villano favorito del sexenio morenista, ya que han tenido varios años para castigar al ex gobernador panista, Francisco García Cabeza de Vaca, y seguir distrayendo recursos y esfuerzos parece ocioso.
Echar mano de este tema pareciera ser más una distracción de los problemas más serios de la entidad.
Queda por ver si los nuevos legisladores serán la voz de la ciudadanía o simplemente un eco de otros poderes, mientras Tamaulipas enfrenta viejos desafíos con nuevas caras en el Congreso.