Y la Generación Z la de los nacidos entre 1997 y 2012, y que este año tienen entre 13 y 28 años brilló por su ausencia en la explanada de la plaza de Armas frente al Ayuntamiento de Tampico, la respuesta de los jóvenes fue menor, en cambio y como suele suceder en las expresiones contra los gobiernos de la cuatroté, fueron los adultos mayores quienes se asistieron.
“Es que están chavos y a estas horas están dormidos o descansando, por eso no vinieron”, comenta una joven, y agrega, “a mi nadie me obligó, también habemos personas con criterio y con responsabilidad”, a lo que pensé, “no todos por lo visto”.
Mientras en las inmediaciones del asta bandera la gente comenzaba a llegar más cerca de las diez quince de la mañana, llamando la atención un solitario joven con sombrero portando la bandera de México al hombro, contrastando con otros asistentes vestidos de blanco, pero sobre todo por su edad.
“La generación X e Y apoyamos a la generación Z” se escucha decir a una señora ya entrada en años, pero su grito sonaba más a ocurrencia, pues ese grupo demográfico nativo digital, y que ha crecido con internet y redes sociales desde una edad temprana, seguía sin aparecer.
Al acudir a la llamada marcha iba con la seguridad que me llevaría una decepción, pero al mismo tiempo con la esperanza de ver a jóvenes comprometidos con el cambio y conscientes de lo que pasa en el país, ocurrió lo primero.
Lo peor para mi, porque me podrán decir que “la libertad se respeta”, fue ver a un grupo de 20 personas, en su mayoría jóvenes, en la esquina del palacio municipal, pegados a su celular pero no para seguir las novedades de la marcha en otras partes del país, sino jugando pokemón.
“No nos mezclen, nosotros estamos en otra cosa”, gritó ofendido un no tan joven, sin despegar la mirada de su dispositivo.
Mientras las arengas seguían por los manifestantes, en donde algunos portaban sombreros de moda impecables, parecían recién llegados de una compra en línea, el común denominador de las críticas eran la presidenta Claudia Sheinbaum, Morena, y las acusaciones por el homicidio del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo.
De pronto, un señor simpatizante de la cuatroté se “enfrentó” a los inconformes, el valiente solamente obtuvo una rechifla y una que otra mentada de madre.
A pesar de todo, la esperanza no se mide en la multitud que se congrega, sino en la energía que espera ser canalizada. La revolución de los nativos digitales no ha terminado, solo está esperando una señal, un ping en la pantalla para levantarse.