Durante los últimos años el nombre de nuestro estado ha sufrido una mutación popular, pasando de Tamaulipas a "Mataulipas", una reflexión jocosa pero a la vez muy seria de la situación de inseguridad que flagela a la sociedad tamaulipeca.
Los esfuerzos de los diferentes niveles de gobierno han sido infructuosos a pesar de las posturas y cifras alegres de los responsables de cumplir una de las demandas más sentidas de la ciudadanía, la falta de tranquilidad y otros delitos se palpa en la entidad, en unos municipios más que en otros.
Años complicados en los que la conjunción de otros indicadores como la falta de empleos y de una mala educación, han venido afectando la estructura del tejido social ocasionando que la autoridad sea vista con recelo en sus resultados.
Un informe del Observatorio Nacional Ciudadano establece que Tamaulipas tuvo una variación del 17.5% en secuestro y es el séptimo estado en la estadística nacional por ese delito, en tanto que el robo de vehículo aumentó 2.1% y se ubica en la posición 22.
A pesar de la dura realidad, en Tamaulipas es más la gente buena que sale día a día a construir un nuevo presente para alcanzar un mejor futuro para la familia.
Las circunstancias de la vida política, social y económica comienzan a generar un movimiento en el que la toma de conciencia por parte de la ciudadanía es un factor de cambio para que volvamos a sentir el orgullo de vivir y ser de Tamaulipas.