Sociedad

Biocombustibles sólidos: “un feo que sabe amar”

La energía mueve, literalmente, al universo, y con ello, las gotas de existencia del flujo de vida que nos habita los días. Según la famosa ecuación de Einstein (E=mc2), la energía es incluso el propio movimiento y los objetos/ideas que vemos desplazarse. La energía es la realidad y, como tal, su aplicación es contextual, compleja y multidimensional.

Por eso, diseñar un sistema de energía (conjunto de tecnologías definido para cumplir objetivos determinados) no es solo una tarea de «juntar cables y/o equipos para satisfacer una necesidad medida en watts», tiene que hacer «sentido» en su realidad. No es lo mismo diseñar un sistema de energía en Benín o en Oaxaca. En este punto, el (la) lector(a) puede pensar que lo mismo se puede decir de otros sistemas, pero, para los sistemas energéticos, la relevancia del contexto es más sistémica, compleja e indefinida.

Aunque la energía sea fundamental en todos los objetivos de sustentabilidad y de la vida como la conocemos, no hay acuerdo sobre qué energía usar, cómo usarla o por qué usarla. La definición de otros sistemas empieza con certezas, el diseño de sistemas energéticos empieza con dudas. Sí, hay «guías», como la «transición energética», «descarbonización», «energías renovables» o «desarrollo sostenible». Sin embargo, la transición energética es, a la vez, ambigua y determinista, alimentada por una idea de modernidad top-down en la que se cree que se quiere siempre lo mismo, de la misma manera. En esa idea de modernidad, como en la película de Sergio Leone, los hidrocarburos son los «malos», los biocombustibles sólidos (BCS) (leña, carbón vegetal, pellets y briquetas) los «feos» y otras energías renovables (solar, eólica, etc.) las «buenas».

Pero, ¿es renovable un panel fotovoltaico producido con materiales no renovables, finitos y no reciclables?, ¿es viable una energía intermitente y difusa que tiene que ser almacenada en baterías de litio, un mineral finito?,  ¿estaremos descarbonizando cuando los carros eléctricos son hechos, transportados y movidos con energía producida con hidrocarburos?, ¿es sostenible un sistema energético mundial en el que no se cambian las condiciones que nos han llevado aquí, cambiando solo el «combustible»?

Por su parte, los BCS han sostenido a la humanidad por miles de años y son aún la energía renovable más usada en el mundo (6.9 por ciento, siendo la segunda la hidroeléctrica con 3.9 por ciento), es 33 por ciento de la energía utilizada en los hogares mexicanos (contra 26 por ciento de electricidad) y, en varios países es más del 70 por ciento de toda la energía consumida. Si se piensa que esta es una realidad solo de países en desarrollo (¿influencia de la fealdad de los BCS?), en Suecia más del 34 por ciento de toda la energía viene de la bioenergía donde los BCS son dominantes (76-80 por ciento). Además de estos datos duros, hay toda una cultura alrededor de los BCS, incluyendo costumbres gastronómicas y el sustento de miles de familias (en México también) que dependen de los BCS.

Por eso, más que aceptar de modo acrítico la transición energética o diseñar sistemas de energía, como un western spaghetti, hay que considerar los contextos, las realidades y, quizás, dar espacio a un feo que nos permitió (y seguirá permitiendo) calentarnos sosteniblemente.


Ricardo Martins

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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