Para las generaciones que asistíamos a las escuelas de educación básica durante la década de los noventa, resultan memorables los inicios de semana a primera hora, las ceremonias dotadas de solemnidad en las que se recordaba que en la bandera y escudo nacional encontrábamos el símbolo de unidad todas las y los mexicanos, sin importar ninguna de nuestras diferencias. En aquellas ceremonias vestidos de blanco como símbolo de pureza en nuestros juramentos reiterábamos, una y otra vez, la fidelidad a los principios de libertad, justicia, humanidad, generosidad y libertad de nuestra nación.
En todos países el sistema educativo debiera ser el pilar fundamental para el desarrollo, crecimiento y bienestar de las personasen convivencia armoniosa en sociedad. En diversos momentos de la historia de nuestro país, los planes educativos han incluido la impartición de materias que fomentan la educación cívica y la ética para consolidar una sociedad equitativa. Las administraciones de los años setentas y ochentas se llevaron a cabo reformas educativas que impulsaron las materias de ciencias sociales.
La actual administración federal ha impulsado un modelo de educación integral que incluye las asignaturas de Formación Cívica y Ética, cuyo modelo promueve la cultura de la paz, la reconstrucción del tejido social, el respeto a los derechos humanos, la construcción de ciudadanía, el fomento cívico y la participación social como mecanismo de corresponsabilidad entre sociedad y gobierno.
En los últimos años, el contexto mundial ha experimentado cambios significativos debido al progreso tecnológico y científico. Ello ha llevado a que en los planes educativos se incluyan la impartición de contenidos que transmitan conocimientos y generen habilidades que vayan acorde a ello. Sin embargo, se debe hacer un binomio que compagine el desarrollo económico, tecnológico y científico de las sociedades, con el desarrollo de las personas con valores que reconozcan sus diferencias ideológicas pero que encuentren como punto de unidad el bienestar de la comunidad.
Ante a ello, es indispensable que las instituciones educativas de todos los niveles incluyan en sus planes de estudio contenidos que promuevan la formación de valores que determinen el comportamiento respetuoso, armónico y honesto para que seamos personas preocupadas y ocupadas por lo común. Claro está, cimentado en el núcleo familiar como base principal del desarrollo de cada persona. Es imperante que todas y todos los mexicanos trabajemos por una sociedad más libre, más justa y más próspera, como lo hace el ITAM con todo su alumnado.
Rocio Alonso Garibay