Ahora que sabemos que la serie Bridgerton de Netflix, la cual se presenta como una mezcla entre Gossip Girl y Mujercitas con un poco de Grey´s Anatomy salpicado, tendrá una segunda temporada, creo que podemos dejar de disculparnos si somos de los que se la devoraron con gusto diciendo que es “solo un placer culposo”. Lo digo porque me descubrí a mí misma recomendándola a una amiga que me preguntaba qué debía ver solo para distraerse después de un día terrible para solo pasar un buen rato y luego añadiendo la advertencia, “pero es placer culposo ¿eh?”. Lo digo porque entre familiares, amigos, lectores y personas con las que interactuamos en redes sociales, difícilmente se habla de la serie basada en las novelas de Julia Quin sin ese pequeño contrato social, que en pocas palabras dice: “Me gusta pero no creas que no soy inteligente por ello”. Dejemos eso atrás.
Hay que entender la agenda de Shonda, la productora que siempre ha impulsado la diversidad en sus personajes, sin importar que esto tenga sentido histórico o no. Esa es la historia nueva que nos están contando, es la Cenicienta feminista perfectamente decorada. El hecho de que estemos seguros de lo predecible que es, por su planteamiento, nos deja libres para explorar la forma en la que se cuenta la historia hoy. Sí, la misma historia de siempre, pero a la medida para las sensibilidades del momento. Eso y sexo, mucho y muy buen sexo. Estamos en tiempos de buscar consuelos, no de complicarnos más la vida. Y para esos respiros, Bridgerton es perfecta. Así que no nos sintamos culpables, nadie piensa que es alta literatura. Y Netflix sabe bien que tiene un éxito en las manos.
Twitter: @susana.moscatel