Política

Los sobrinos del 'Tío Pepe'

  • Crónica
  • Los sobrinos del 'Tío Pepe'
  • Susana Iglesias

A pesar de su remodelación la calle de Dolores permanece oscura y solitaria. El movimiento desaparece al caer la noche. Los restaurantes, fondas, sótanos/locales de table dance, antros, ya no están, en su lugar habita un enorme estacionamiento. Hace 17 años aún podías ver a los trasnochados caminando a las 7 de la mañana. Las cantinas que conocí en esta calle ya no existen, desaparecieron, excepto una. Se mantiene abierta desde 1869, antes de la fundación del Barrio Chino, ella estaba ahí, sólo que no se llamaba Tío Pepe, su nombre fue La Oriental, después cambió a Salón Habana. Una hermosa y enorme barra de cedro rojo atraviesa casi toda la cantina, el vitral de Cognac Hennessy la corona. Sus pequeños gabinetes de piel están bien conservados, los timbres para llamar al camarero sirven. Pido un negroni, me extraña no ver a Sebastián tras la barra. Pienso en los primeros chinos que llegaron al norte de nuestro país en 1882, nada fácil integrarse a un país desconocido; con ellos llegó una sustancia con la que el pueblo chino tiene una relación milenaria: el opio. En 1912 empezaron a llegar a esta ciudad, desplazados desde ciudades como Torreón, en la que ocurrió una trágica masacre de la comunidad china en mayo de 1911; para 1920 ya estaban asentados en lo que hoy conocemos como la segunda calle de Dolores, Artículo 123, López e inmediaciones de San Juan de Letrán. Estas calles no ceden del todo a la gentrificación, algunos tramos conservan un México antiguo. En los 20 existió un fenómeno en el que la morfina, opio y heroína eran reconocidas como sustancias de uso medicinal, curiosamente la mariguana estaba prohibida. El gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928) reglamentó el opio y la morfina como sustancias medicinales. En 1931 se penalizó el tráfico y posesión de sustancias, las personas que abusaban de ellas eran considerados enfermos que el Estado tenía la obligación de rehabilitar, no los consideraban delincuentes. Pese a la prohibición, en la segunda calle de Dolores se podía conseguir fácilmente opio, a pesar de los operativos policiacos, existían fumaderos clandestinos.

En el año 2006, por error, un amigo y yo descubrimos un café que ocultaba detrás de una vitrina de insumos un fumadero. Ese aire de bala perdida de la calle de Dolores fue el que probablemente atrajo al escritor norteamericano William Burroughs, cuentan que fue cliente asiduo del Tío Pepe, no dudo que todos los fumaderos de la zona le vieron desfilar. Burroughs llegó a nuestro país en 1949, venía huyendo de Estados Unidos debido a un cargo por posesión de drogas, un año después llegaron a visitarlo Jack Kerouac y Neal Cassady. En estas calles caminó Ti-Jean (Kerouac), drogado de morfina, Tristessa y amor. A veces me encuentro a tu fantasma mientras camino por aquí, me habla: “todos tus miedos se volverán cartas sin remitente, me convertiré en nadie, me apagaré…volverás a amar”, mis pasos continúan avanzando hacia ninguna parte. 

Susana Iglesias*

* Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.