La próxima semana se votará la Ley de Ingresos, junto con las modificaciones a diversos impuestos que entrarían en vigor el próximo año.
Entre los temas que más discusión han generado destaca el incremento de la cuota del IEPS a los refrescos, que pasaría de 1.65 a 3.08 pesos por litro, un aumento de casi 87 %.
Este ajuste fiscal ha abierto un debate legítimo: ¿realmente reducirá el consumo o solo trasladará la carga al bolsillo de los consumidores y afectaciones a las microtiendas de barrio?
Para las tienditas este aumento representa un dilema directo. Son negocios que operan con márgenes muy estrechos. Al trasladar el precio al cliente -porque las empresas no pierden-, el riesgo es que disminuyan las ventas.
El refresco no es un producto cualquiera: es uno de los principales artículos “ancla”, aquel que atrae a los consumidores a las tiendas y que suele abrir la puerta a la compra de otros productos.
En una sociedad donde el refresco forma parte del consumo cotidiano, la elasticidad de la demanda es baja. En otras palabras, el consumidor tolera aumentos moderados antes de modificar su conducta. Quienes sigan comprando lo harán, pero quizá con ajustes en formato, marca o frecuencia.
Para Hacienda, el incremento busca un fin de salud pública: combatir el sobrepeso, la obesidad y la diabetes. Sin embargo, los efectos colaterales podrían sentirse en otros frentes: presión sobre productores de azúcar, impacto en pequeños comercios y una carga adicional para los hogares, con efectos más sentidos en los de menores ingresos.
Un IEPS más alto no garantiza, por sí solo, una reducción significativa en el consumo. Su efectividad dependerá de políticas complementarias que incentiven hábitos saludables y alternativas reales para los consumidores.
Y quizá surjan preguntas válidas: ¿No debería este aumento acompañarse de la eliminación del IVA al agua embotellada, si su finalidad es promover la salud?
¿No debería valorarse, dentro del impuesto, una diferencia entre las bebidas que utilizan azúcar de caña y aquellas que emplean jarabe de alta fructuosa?
El refresco, nos guste o no, forma parte de la mesa de todos los días en la mayoría de los hogares.
Si la meta es la salud, el diseño de todo el marco legal y de políticas públicas para reducir el consumo importa; de lo contrario, solo es un impuesto más.