La clave política siempre está en la decisión de la ciudadanía, especialmente entre ella y los promotores de interacción tanto emocional como respetuosa, inteligente y concisa. Ahí vive la fuente de legitimidad de ejercicio y del mantenimiento del poder. La política es un espacio de plenitud cívica.
El involucramiento psicológico y la autolocalización ideológica —lo muestran los autores de The American Voter Revisited y obras de referencia semejantes— es un fenómeno central útil tanto de la comprensión de preferencias partidistas, como para estrategias y toma de decisiones en escenarios crecientemente convulsos por los riesgos de la barata inteligencia artificial, la guerra sucia o la pretensión endeble de utilizar nuestros prejuicios como razonamiento.
Existen versiones según las cuales si un candidato o candidata local pierde, entonces hay un presunto debilitamiento de la precandidata presidencial Claudia Sheinbaum. Creerlas es un error o nuestra tentación de acoger la propaganda a partir de la cual se desea ejercer presión.
Es inevitable el despliegue de opiniones, rumores, omisiones correctivas o participativas promovidas por los grupos de apoyo de candidaturas en donde el debate es más abierto y los instrumentos de definición más expuestos. La oposición prefirió, simplemente, decidir en albazo para sus militancias.
Ni encuesta ni consenso entre los aspirantes acerca del método, ni aclaración del sistema de inclusión y exclusión de mujeres u hombres fueron explicados. Véase la decisión notificada por el PAN, partido predominante dentro de la alianza opositora.
Si existe debilidad, ¿no es más identificable cuando en previsión del riesgo de apertura simplemente no se aclara la mecánica de las decisiones preelectorales internas? En contraste, Sheinbaum es responsable referida de los resultados de todas las decisiones al mismo tiempo que se sugiere, cuando así conviene, que el presidente Andrés Manuel López Obrador permanece en ejercicio del poder de las emisiones vinculadas a las nueve entidades.
Hay hasta misoginia implícita. Si existe acierto es muestra de la intervención del hombre; si hay error sería prueba de la decisión femenina.
Sheinbaum atiende nueve procesos estatales, por supuesto ha mencionado la particularidad de la entidad gobernada por ella y ahora encabezada por Martí Batres. Adicionalmente, atiende con extraordinaria asertividad el armado y supervisión de proyectos iniciales, lógicas de interacción con sectores diversos y neutralización de amenazas.
Su actual labor aderezada por la comunicación constante indica mucho más una fortaleza que una debilidad demostrativa de la diferencia con respecto a AMLO. “La debilidad de dejarse influir” promovida en el contexto del debate y la decisión en torno a Clara Brugada u Omar García Harfuch es solo una narrativa más de la oposición y grupos de interés; al interior de Morena, entre los punteros en la capital, hay unidad.