Peter L. Berger y Thomas Luckmann publicaron en 1966 The Social Construction of Reality, el mismo año en el cual en Forte Dei Marmi, el sastre sexi, Giorgio Armani conoció a Sergio Galeotti. Fue su compañero de vida. Habría de persuadirlo de fundar su propia empresa en vez de ser un freelancer y la convirtió en un imperio trascendente a su muerte, ocurrida ayer.
De ese libro, entre otros, algunos tan antiguos como el de Ferdinand Tönnies en 1887, Comunidad y Sociedad, se derivan conceptos como el tejido social, tan aludido y frecuentemente destrozado por diversos estilos demagógicos. El tejido social y el tejido refinado de toda política pública exige talentos, audacias y atrevimientos propios de personas con firmeza, creatividad y sensibilidad singulares.
Cualquier modesto diseñador de textos sucumbe a la tentación de establecer cierta analogía entre la apariencia sencilla, plataforma de toda elegancia, y la calidad política necesaria para vestir a una nación de un atuendo sumergido en el claro tejer de una soberana territorialidad para reivindicación plena de la cautela y cuidado indispensable en el quehacer del Estado Nacional frente a la corbata llamativa y estridencia millonaria de quienes amenazan todo diplomático buen gusto.
Armani suavizó las rígidas estructuras del traje y dejó a la tela revelar el cuerpo que lo habitaba al tiempo que lo contuvo de la invasión de voluptuosidad. Retiró las hombreras y transformó la estética ejecutiva global. Desplazó la rigidez —Richard Gere en American Gigoló empleó un guardarropa diseñado por el italiano fallecido a los 91 años— sin perder fuerza.
Flexibilidad y adaptación, talento para romper con la armadura de la confrontación e hilvanar alianzas desde la nueva geopolítica mexicana de la seguridad son la moda del verdadero lujo político actual: la defensa de soberanía sin violencia. La presidenta Claudia Sheinbaum diseña con precisión en su encuentro con Marco Rubio; la seguridad es abordada y bordada como un trenzado conjunto entre México y Estados Unidos.
La fuerza es el corte minucioso de acuerdos y la confección de programas. “Los cárteles son una amenaza a la seguridad de México (…) No hay gobierno en este momento que esté cooperando más con nosotros en la lucha contra la criminalidad que el de México”. La declaración del secretario de Estado estadunidense es reconocimiento sin imposiciones. Ante la nueva geopolítica, mejor diseño.
Labor territorial ejemplificada desde la capital nacional. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, traza la ruta e innova con la microterritorialidad popular, como en el caso de la visita con alcalde de Álvaro Obregón, Javier López Casarín, ayer en San Bartolo Ameyalco. Armani diseñó trajes andróginos, ambiguos. Lo revelado y lo oculto se muestran y esconden. La violenta y racional vulgaridad de los cárteles encuentran ahora un frente más cohesionado. El traje se ajusta.