Como parte del ecosistema de seguridad de CdMx, campeona nacional en colocar a la comunidad en su centro, este año, en el C5 vivimos un proceso de territorialización y mediatización sin precedente.
Su visibilidad pública, multiplicada por campañas, redes sociales o recorridos en zonas donde se instalan los nuevos tótems de videovigilancia al mismo tiempo que escuchamos a los vecinos, pudo haber generado un aumento en las llamadas de urgencias y emergencias, ante una ciudadanía más informada y conectada. A escala nacional, si se observa, se ha sostenido, por ejemplo, una correlación entre promover la Línea Antiextorsión 089 y el nuevo marco normativo contra ella, como causante de mayor registro de ese fenómeno delictivo.
Sin embargo, los datos en la capital nacional muestran una reducción constante en las llamadas al 9-1-1. En septiembre de este año, disminuyeron 18.1 por ciento respecto al mismo mes de 2024. El mes anterior, agosto, la reducción había sido de 12.4 por ciento. La ciudad, en términos operativos, está en menos emergencia.
El triple argumento que se desprende de estos datos es difícil de refutar: hay menor incidencia delictiva, menos sensación de inseguridad en los últimos siete años —aun cuando ciertamente los últimos tres trimestres indican un ligero aumento en la percepción negativa de seguridad, según el Inegi— y menos llamadas, pero también menos cifra negra.
Por lo tanto, la afirmación de que los casos aislados no definen la situación general no es una defensa política, sino una conclusión empírica y fundamentada en registro y percepciones. El reciente asesinato del abogado David Cohen afuera de Ciudad Judicial, doloroso e indignante, no contradice la tendencia. En una ciudad que procesa diariamente miles de interacciones sociales, ese hecho no altera la curva, aunque nos alerta ciertamente de la presencia de sicarios y de la voluntad criminal detrás de ellos. Se detuvo ya a los dos autores materiales.
El desafío es sostener esa sincronía sin admitir complacencia. Los relojes más finos no solo se valoran por su mecanismo y desempeño, sino por la mano del artesano que los ensambla.
El liderazgo de Clara Brugada ha convertido esas piezas dispersas en un reloj sometido a permanente proceso de revisión, en seguimiento de la lógica preestablecida por la ahora presidenta Claudia Sheinbaum.
A las 6:40 de cada día, la mandataria capitalina encabeza las reuniones del Gabinete de Seguridad, donde los engranes institucionales se colocan en su sitio. La Secretaría de Seguridad Ciudadana, la Fiscalía General de Justicia, Guardia Nacional, Marina, Defensa, el C5 presentan avances de investigación y las áreas territoriales interpretan los datos.
En este contexto debe observarse la tendencia de un pequeño grupo de opositores con la activa tentación de separar la eficiencia de la seguridad de sus lideresas, solamente señalarlas cuando algo parece fallar y pretender la legitimación solitaria de los cuerpos policiales. Así no se marca la hora.