Habrán visto, aquellos de ustedes que disfrutan la pasión de la F1, que Lando Norris impactó el coche de Oscar Piastri –ni más ni menos que su compañero de equipo en la escudería McLaren— para ganar posiciones en la carrera celebrada hace dos semanas en Singapur.
A pesar de que en el equipo de Woking parecen darles a ambos pilotos el pleno consentimiento para competir directamente entre ellos –antes de que tuviera lugar el Gran Premio que se celebra hoy en el Circuito de las Américas de Austin, el australiano le sacaba 22 puntos de ventaja al inglés en lucha por el título mundial— la agresividad de Norris no les causó ninguna gracia a los jefes, aunque ni Zak Brown ni Andrea Stella lo han condenado públicamente. Eso sí, algo le habrán dicho: muy seguramente un pequeño tirón de orejas en espera de que se olvide el incidente.
Pues, qué caray, quién hubiera podido anticipar que en la carrera sprint de ayer iban a chocar de nuevo los dos coches de la escudería papaya luego de que Nico Hülkenberg –que condujo como “un aficionado”, en palabras del referido Zak Brown, el presidente de McLaren Racing— le pegara al de Piastri y lo proyectara contra el de su coequipero. Esta vez los daños fueron tan severos que no pudieron seguir en la batalla y el gran beneficiado, cosechando los ocho puntos de la carrera y, encima, saliendo hoy en la pole position mientras que Piastri arranca en el sexto puesto, fue Max Verstappen.
Y, pues sí, se comienza a vislumbrar, como ya lo habíamos anticipado en un artículo anterior, otro título de campeón para el piloto neerlandés. El actual puntero no le saca tanta ventaja como para que las cosas se definan desde ya y el final de la actual competición será entonces muy emocionante.
Lo interesante, con todo, es la fiereza de los pilotos, unos y otros. Y, hablando de que dos de ellos compitan denodadamente portando los colores de una misma escudería, es una circunstancia que en momento alguno vimos que tuviera lugar entre Checo Pérez y Verstappen. Nunca pareció retar frontalmente el jalisciense al campeón ni mucho menos disputarle posiciones en la pista, más allá de que las instrucciones del director técnico de Red Bull lo condenaran a mantener dócilmente su posición de secundario, así fuere que la escudería necesitara también que obtuviera puntos para conquistar el título de constructores, cosa que ya vimos que no ocurrió y que llevo a la defenestración de nuestro paisano.
Ni Liam Lawson, que ahora parece estar reviviendo, ni Tsunoda, han tenido mejores desempeños pero, bueno, Sergio Pérez ya encontró un puesto de piloto en la flamante escudería Cadillac y estará de vuelta en la F1 en 2026 mientras que el futuro de los otros dos no está nada claro.
En fin, lo que vemos todo el tiempo, en cada carrera, es el exceso de testosterona entre los competidores.