La rifa es la forma de economía cooperativa más antigua y popular en México. Es la vía para acceder a un bien o servicio, en condiciones perfectas de igualdad de probabilidades, de democracia económica.
La economía de libre mercado parte del mismo supuesto de igualdad perfecta de oportunidades para todos los concurrentes, solo que, a diferencia de la economía cooperativa, el diferenciador es la competencia, no la colaboración; el esfuerzo individual, no la aportación colectiva; el impulso primario es la ganancia, no la prestancia; la acumulación, no la donación.
Mientras que, en una economía de libre mercado, un bien o servicio se obtiene mediante la feraz competencia (gana el más fuerte, el más apto, el más adinerado y, en ese sentido, el más poderoso), en una economía cooperativa, colaborativa o solidaria todos obtienen un satisfactor en la medida de su aportación colectiva.
Rifar el avión presidencial no es una simple ocurrencia, es un llamado a la concurrencia económica, a través de la activación de una forma de economía colaborativa, cooperativa y popular, tan antigua como los juegos de azar precolombinos y tan lúdica y onírica como soñar con sacarse algún día la lotería (Chava Flores dixit).
¿Cuántas escuelas, hospitales, iglesias, campos deportivos, centros de salud, kioscos, caminos vecinales, banquetas y plazas públicas se han construido con rifas en nuestros pueblos y comunidades?
La insaculación (nombre técnico de una rifa) es el método que utiliza el INE para seleccionar a más de un millón de funcionarios electorales ciudadanos que estarán en las casillas.
La tómbola es el método que utiliza Morena para seleccionar a los candidatos que ocuparán los primeros lugares en los listados plurinominales a cargos de representación popular.
Quienes consideran que la rifa del avión presidencial es una “propuesta absurda” no contemplan que lo absurdo fue la decisión de comprarlo, causando una carga financiera al erario público, y un daño fiscal a los contribuyentes, porque se adquirió con dinero de todas y todos los mexicanos que pagamos impuestos.
Hasta el momento, la probabilidad de que el gobierno se decida por la rifa o tómbola del avión presidencial es una entre cinco (hay otras cuatro opciones); pero al ser inesperada y sorpresiva, mete presión al resto de las cuatro. En la puja por el avión presidencial, ya hay en la mesa un colectivo de 6 millones de potenciales compradores de 500 pesos cada uno, contra un comprador de 125 millones de dólares. David contra Goliat. ¿Quién da más?
Solo un presidente popular, que no populista, pudo haber tenido esta genial idea. Nuestro cráneo tiene forma de hangar. Todos traemos ya el avión presidencial en la cabeza. Es el nuevo onírico objeto de deseo de más de 30 millones de mexicanos. Y solo se necesita que participen 6 millones.
Las fechas de este magno sorteo para la asistencia pública, en beneficio del recién nacido Insabi, podrían ser 15 de septiembre o 20 de noviembre. Mi familia y yo estamos listos para comprar una serie de 20 cachitos, cada uno de nosotros. Y si lo ganamos, también hemos decidido venderlo y donar al sector salud el producto de esa venta. Entregaríamos 93%, porque 7% restante son impuestos reservados al fisco. Así funciona la economía colaborativa, solidaria y subsidiaria que fomenta la 4T, tan necesaria y complementaria como la economía de libre mercado.
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@RicardoMonrealA