Están en desarrollo los foros de consulta popular para elaborar el proyecto de reforma político-electoral que presentará la presidenta Claudia Sheinbaum al Congreso de la Unión.
Será el primer proyecto de reforma electoral que no resulte de una negociación directa entre las dirigencias de los partidos políticos y el Gobierno federal, como ocurrió durante el período neoliberal (desde José López Portillo hasta Enrique Peña Nieto), lo cual dio como resultado un sistema de representación y distribución del poder público que partía de considerar a los partidos políticos como “entidades de poder público” y dio paso a lo que en ciencias políticas se conoce hoy como partidocracia.
Este sistema se encuentra en predicamento en la mayor parte de las democracias occidentales y, en mayor o menor medida, se está reformando en tres vías: 1) reducir el costo económico de la representación partidista; 2) reconocer nuevas formas de participación ciudadana directa que no requieran la mediación partidaria, y 3) mayor rendición de cuentas y apertura de los partidos a la representación de los llamados “nuevos electores” (mujeres, jóvenes, migrantes, etcétera).
En ningún momento y en ninguna parte del mundo se plantea hasta el momento la desaparición de los partidos políticos como entidades de mediación y representación del poder público, solo su acotamiento y la eliminación de lo que Robert Michels (estudiando las estructuras organizativas de los partidos socialdemócratas europeos) llamó desde el siglo pasado “las tendencias oligárquicas de la democracia moderna”, que generan los famosos cuatro ismos de las estructuras organizativas partidarias: burocratismo, corporativismo, clientelismo y sectarismo, males que terminan por dañar primero a los propios partidos políticos y, después, a las democracias en las cuales se insertan.
Es importante aclarar que el gobierno de la presidenta Sheinbaum no tiene hasta el momento un proyecto de reforma político-electoral definido y acabado. Está en construcción. ¿Con quiénes? De manera sustancial, con las y los ciudadanos que deseen hacer propuestas sobre su contenido. Pero también con las y los especialistas, académicos, exfuncionarios de los órganos electorales y con los simpatizantes, militantes y dirigentes de los partidos que deseen participar (y es deseable e indispensable que también participen), para tener el mayor espectro de propuestas posible.
Lo que existe desde el gobierno es un temario, una hoja de ruta, un mapa de los puntos que es esencial contemplar en una reforma político-electoral contemporánea. ¿Cuáles son estos temas? Los siguientes:
- Libertades políticas; regulación de la competencia política, libertad de difusión de ideas y opiniones.
- Representación del pueblo.
- Sistema de partidos.
- Financiamiento y fiscalización de gastos de partidos y campañas.
- Efectividad del sufragio y sistema de votación.
- Modelo de comunicación y propaganda política.
- Autoridades electorales administrativas.
- Justicia electoral.
- Requisitos de elegibilidad e inmunidad de personas funcionarias elegidas por el pueblo.
- Democracia participativa, consultas populares y revocaciones de mandatos.
A diferencia de las reformas electorales del período neoliberal, esta de la 4T busca construirse a la luz del día, en la plaza pública —real y virtual— y con la mayor participación de propuestas de las mexicanas y los mexicanos de aquí y de los que deseen votar desde el extranjero.