En la semana platicaba con un ex futbolista del Guadalajara, cuyo nombre me reservo, sobre la situación actual del periodismo deportivo. “Es muy malo, menos que mediocre”, me dice de entrada. “Ahora cualquiera se siente periodista por el hecho de contar con una página de Facebook o un canal de YouTube”, agrega.
Este jugador es una persona preparada que fue exitoso como futbolista, como auxiliar, como entrenador y como comentarista de la televisión. Me comentaba que el trabajo de investigación desapareció, así como la entrevista de fondo y los artículos de análisis profundo. Lo escuché con mucha atención y al final me di cuenta que efectivamente le asiste la razón. En la actualidad, la mayoría de proyectos, incluso de la televisión abierta se concretan al chacoteo, al chisme, al uso de las palabras altisonantes para llamar la atención.
“La radio se ha perdido completamente. Ya no existen los noticieros como aquel de Canal 58, donde los reporteros estaban en los campos de entrenamiento”, lo interrumpo y le aclaro que ya no les permiten el ingreso. Ahora todo se concreta a las órdenes de la oficina de prensa de los distintos equipos. Ellos deciden a quién llevar a la rueda de prensa. Lo sé y me parece una medida estúpida porque le dieron en la madre a la creatividad e inteligencia de los reporteros, me responde.
Durante décadas el periodista era parte de los entrenamientos, podían ingresar, platicar con el jugador que consideraba era la nota del día. Teníamos convivencia sana y profesional. Había una línea que sabíamos distinguir entre el jugador y la persona. Incluso en nuestro tiempo comenzaron a incursionar en el futbol las mujeres periodistas que le vinieron a dar una frescura al ambiente. La mayoría de ellas inteligentes y capaces.
La prueba de ello es que en la actualidad son personas exitosas. Unas son premios nacionales de periodismo; otras son conductoras y columnistas de mucho prestigio. Bueno, hasta una gran directora de cine salió de esa camada de buenas periodistas del deporte.
Lo escuchaba con atención y asentaba afirmativamente. Inclusive me contó que después de los partidos oficiales, en la cancha, nos esperaban los periodistas y ahí mismo hacían su trabajo. Y cuando no era en la cancha se trabajaba en los vestidores. Recordó aquella ocasión cuando una compañera ingresó al vestuario. Un jugador intentó sacarla: “tú no puedes estar aquí. No ves que estamos desnudos”. La compañera lo vio de arriba abajo y respondió: “a poco crees que vengo a ver tus miserias”. Esa periodista ahora es diplomática. Efectivamente, eran otros tiempos para el periodismo deportivo.
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