Cultura

El gran impacto de las pequeñas cosas

Desde hace muchos años, una frase de un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) me viene a la memoria cuando quiero describir mi asombro sin lograrlo ante una maravilla de cualquier orden. La frase proviene de “El fin”, un cuento incluido en los libros Artificios y Ficciones, ambos de 1944, sobre un momento crucial del gaucho Martín Fierro.

La frase es esta: “Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música…”

Lo que es intraducible en palabras es el instante sagrado de la revelación. Me ha pasado con la pintura y con la música, cuando la sorpresa de lo magnífico sobrepasa mis emociones. ¿Qué decir en el momento en que la emoción se rinde ante el misterio de la estética? ¿Y si decidimos dejarlo en un misterio, sin indagar más allá de su efecto, que puede ser perecedero en nosotros?

La alusión vespertina de la frase de Borges le da a la interpretación de lo inefable (eso que es intraducible) un aire de fatalismo que va bien con la inmovilidad del asombro, porque supone un destino, un más allá de la voluntad consciente de explicar un fenómeno, que no para comprenderlo pues ¿cuántas veces nos basta mirar un rostro para saber su historia, que a final de cuentas puede ser la nuestra y quizás nunca lo sepamos? Eso que llamamos comprender sólo en parte es un ejercicio de la razón, tanto como lo es de la intuición y de lo inconsciente.

En días recientes, escuché la interpretación de Rosalía Vila Tobella (1993) de un clásico de Ariel Ramírez y Félix Luna, “Alfonsina y el mar”, aquella zamba que inmortaliza la trágica muerte, oh paradoja, de la poeta Alfonsina Storni (1892-1938). Descubrí que me conmovió la secuencia de acordes de la guitarra de Daniel da Silva y cierta cadencia de la zamba que se mueve al ritmo de mi ser interior… Y hasta ahí la descripción de eso que siento sin caer en metáforas.

Yo lo sentí con una canción. ¿Con cuántas cosas más puedes tú sentirlo? La vida se forma de esa relación de hechos significativos, a veces buscados, otras accidentales; de ahí el título de esta entrega: son las pequeñas cosas, los inesperados momentos del día, las circunstancias efímeras de un hecho, la conjunción pálida de fugaces instantes, todos cargados de intensidad y ansia de perpetuidad, los que nos revisten la vida de la profundidad necesaria para hacerla memorable.

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Porfirio Hernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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