Son seis zonas arqueológicas listas para ser visitadas y exploradas por las personas interesadas en conocer la cultura maya. Quienes se adentren en estos sitios tendrán la fortuna de saber cómo vivían, cuáles eran sus costumbres y tradiciones, antes y durante la llegada de los conquistadores.
MILENIO recorrió estas zonas arqueológicas promovidas por el Consejo de promoción turística del gobierno de Quintana Roo, con la intención de brindar una visión sobre estos centros ceremoniales, que fueron restaurados y lucen nueva infraestructura en sus unidades de servicios, estacionamientos, senderos y señalética, como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promesa).
Para brindar información histórica fidedigna acerca del desarrollo y apogeo de estos lugares, se entrevistó en exclusiva a la arqueóloga, Sandra Balanzario, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), experta en dichos sitios prehispánicos.
La arqueóloga, adscrita al Centro INAH de Quintana Roo, ha tenido el privilegio de trabajar desde el 2011 en dichos sitios especiales impulsados por el doctor en arqueología Enrique Nalda, que fue el incansable impulsor de la exploración de esta zona en el estado de Quintana Roo, caminado largos trayectos en medio de la selva para llegar a sitios como Xchkabal, donde la monumentalidad es impresionante.
La doctora en arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia ha colaborado en proyectos de restauración y conservación que permiten que el público pueda conocer y valorar este legado.
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Sandra Balanzario desvela la riqueza y complejidad del patrimonio cultural de la región, debido a que, durante diversas exploraciones, se encontraron tumbas con gobernantes, objetos ceremoniales, máscaras de jaguar, cerámica policroma, y rituales asociados a la élite, así como incensarios del periodo postclásico que muestran una ocupación continua y la evolución cultural en el sur de la entidad.
La experta en el estudio de la civilización maya, habla del recorrido por los seis sitios arqueológicos emblemáticos de Quintana Roo: Dzibanché, Kinichna, Kohunlich, Oxtankah, Chacchoben e Ichkabal, cuyos vestigios revelan la complejidad y riqueza cultural de una civilización que, a pesar del paso del tiempo y diversas amenazas, continúa sorprendiendo por su legado.
Estos seis sitios arqueológicos del sur de Quintana Roo, impulsados por el Consejo de promoción turística, constituyen un verdadero patrimonio histórico y cultural.
Sin embargo, a pesar de que para el turismo ofrecen una alternativa para conocer el pasado prehispánico, con la inversión realizada para brindar una mejor atención al público, la arqueóloga Balanzario alerta, de que estos sitios requieren protección.
Advierte que, el saqueo, la expansión urbana y la explotación agrícola deben obligar a todos los involucrados, incluida la sociedad, a actuar con urgencia.
“La tecnología Lidar ha sido fundamental para registrar áreas extensas y proteger estos sitios antes de que se pierdan para siempre. Aquí la conservación es más que preservar piedras, es apostar por la identidad de un pueblo que aún vive en estas tierras”.
La arqueóloga Sandra Balanzario subraya la necesidad de mantener el compromiso con la conservación y difusión de estos legados, que son clave para entender la complejidad de la civilización maya y su impacto en la historia de México y el mundo.
Escritura en madera
Dzibanché tuvo un desarrollo aproximado entre los años 250 y 650 d.C., con una extensión de 40 kilómetros cuadrados, conformado por cuatro grupos de arquitectura, cercano a Kohunlich, al que lo une un sacbé o caminos blancos mayas. Descubierto formalmente en 1927. Su nombre significa “escritura en madera", debido a inscripciones jeroglíficas talladas sobre vigas de madera en el Templo de los Dinteles.
Este sitio fue la capital de la dinastía Kanul o "dinastía serpiente". Entre sus hallazgos destaca una escalera jeroglífica con 23 monumentos que narran guerras y conquistas lideradas por el décimo gobernante Yu Nun Chén I.
Además, se han explorado templos monumentales como el Templo de Cormoranes y el Templo del Búho, donde se encontraron cámaras funerarias con ofrendas suntuosas, máscaras de jade y collares, testimonios de la élite masculina del clásico medio.
Su acrópolis, con inscripciones en madera y jeroglíficos, representa la influencia directa de la poderosa Dinastía Serpiente, documentando conquistas y relaciones diplomáticas que marcaron la política maya.
Asentamiento político
Kinichna, parte del conjunto monumental de Dzibanché, destaca por su arquitectura temprana del clásico temprano, y por estar rodeado de áreas habitacionales y agrícolas que datan desde el preclásico, alrededor del 400 AC. Es un testimonio de la continuidad y permanencia de estas comunidades en el tiempo, con una antigüedad reconocida de más de 2 mil 400 años.
Su cronología se ubica principalmente del Clásico Temprano al Tardío (aprox. 300–900 d.C.). Siendo un asentamiento político central con larga ocupación, destacado por contextos funerarios de élite y símbolos solares que indican su compleja organización sociopolítica y religiosidad.
Si se habla de su aspecto distintivo se cuenta que, preserva mascarones policromos relacionados con sus gobernantes. Siendo su principal edificio la Acrópolis, pirámide de tres niveles cuya escalinata conduce al mismo tiempo a dos templos localizados lateralmente.
El más popular
Kohunlich, ubicado en medio de un bosque de corozos (palmeras con cocos). Destaca por sus icónicos mascarones de estuco, de hasta 2.80 metros de altura, su arquitectura está "influenciada por el estilo Petén”.
Los talleres dedicados a la concha y la lítica encontrados en Kohunlich dan cuenta de una economía compleja y especializada que integraba producción y comercio, poniendo en evidencia de una ocupación prolongada que abarca hasta el periodo postclásico.
Es el sitio más visitado de Quintana Roo, en medio de la selva, con sus complejos habitacionales, cívicos y religiosos. Destacando el Templo de los Mascarones, cuyas figuras conservan restos de pintura roja y representan personajes reales ataviados con atributos solares.
De hábiles navegantes
Oxtankah, un sitio de gran valor situado a la orilla de la bahía de Chetumal, es la ciudad más grande e importante de esa región. Sus habitantes fueron hábiles navegantes que recorrieron en canoa los canales de la región y se adentraron en el mar Caribe para comerciar. Además de sus numerosas estructuras, construyeron pozos y chultunes para abastecerse de agua dulce.
Destaca por la presencia de tumbas de personajes de la élite con ofrendas suntuosas que confirman su importancia política y religiosa.
Puerto maya, como Tulum, aunque actualmente en riesgo por el desarrollo urbano, no obstante, conserva vestigios importantes vinculados a esta época.
De acuerdo con la arqueóloga, cuenta con una capilla del siglo XVI que celebra la fusión histórica entre culturas.
Lugar del maíz colorado
Chacchoben, situado a 70 kilómetros de Chetumal, aunque se carecen de evidencias que permitan conocer el nombre que tuvo el sitio en la época prehispánica, se retomó el nombre del Ejido donde se ubica, y que puede traducirse del maya como “Lugar del maíz colorado”.
Comprende cuatro grupos monumentales, con templos que exhiben relieves asociados a símbolos astronómicos. A pesar de que en este sitio no se ha encontrado el glifo de la dinastía Kanul, la arqueología revela fuertes vínculos políticos y culturales con Dzibanché y Kohunlich, lo que insinúa una red dinámica de ciudades-estado mayas.
Centro ceremonial
Ichkabal es otro importante centro ceremonial prehispánico, con una dimensión de siete hectáreas con su plaza principal y monumentos de hasta 45 metros de altura, es el más alto de los sitios mencionados. Ubicado en una zona de humedales aptos para la agricultura, presenta evidencia de ocupación desde el preclásico (400 AC) hasta el postclásico.
El sitio sufrió un incendio en 2010 que afectó la policromía de sus estructuras, pero recientes exploraciones continuaron recuperando ofrendas tempranas, como un plato polícromo con inscripciones jeroglíficas que aluden al amanecer. Ichkabal está conectado con Dzibanché mediante calzadas prehispánicas, consolidando la idea de centros urbanos interrelacionados.
evt
