Política

La Justicia

Podemos quejarnos de que en nuestros días ha venido a menos el respeto por la justicia, lo cual significa que no se le da a cada quien lo que le corresponde, pues la justicia consiste precisamente en dar a cada quien lo suyo. Sin embargo; nuestra percepción la compartirían personas de todos los tiempos y de todos los lugares, porque por todas partes tenemos ejemplos de la falta de justicia. Por otra parte, suele resultarnos que ante todo percibimos las injusticias que se cometen en nuestro perjuicio y no las que nosotros mismos cometemos, con mayor o menor responsabilidad, según se trate.

A diferencia de los animales, los seres humanos nos preciamos de superar la llamada “ley del más fuerte” gracias a nuestras capacidades de conocimiento y de decisión libres. Es cierto que al ser preguntado, cualquiera estaría de acuerdo en que se debe dar a cada quien lo suyo. El problema no es la pauta ideal de comportamiento, sino el paso a la realidad, donde, además de que se necesita reconocer lo que es de cada quien, hay que vencer intereses y pasiones que impiden que ese reconocimiento y el acto de justicia se realicen.

En la Semana Santa los cristianos nos ponemos frente al misterio de Jesús de Nazareth, el Cristo crucificado injustamente. La injusticia, ateniéndonos a los relatos evangélicos, no fue tan solo que siendo inocente se le aplicara la pena de muerte, sino que también el proceso a su cargo se realizó de modo abusivo y, por lo mismo, injusto. No se respetaron los derechos que, ya en aquel tiempo se reconocían para juzgar a un delincuente.

Jesús, con todo, afrontó la situación con entereza. Los cristianos creemos que el ofrecimiento de su vida es la causa de la salvación que Dios ofrece a todos los hombres. Sin duda el relato de los evangelios se convierte para todos en signo y símbolo de todas las injusticias; pero no nos deja en una perspectiva sombría, porque su ejemplo es luz y consuelo para quienes buscan la justicia de corazón. Los cristianos creemos que Jesús resucitó el tercer día y en ello encontramos el mayor motivo de esperanza.

La injusticia que hallamos en el mundo no es la única realidad. Muchas personas se preocupan no nada más de dar a cada quien lo que le corresponde, sino en promover la justicia de muchos modos, tratando de vivir solidariamente. Una de las bienaventuranzas, promulgadas en la montaña como una nueva ley, es aquella de “bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque serán saciados”. Ojalá que podamos colaborar a que en nuestra sociedad se cumpla mejor la justicia.


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Pedro Miguel Funes Díaz
  • Pedro Miguel Funes Díaz
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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