La justicia, tomada en su acepción común, es la virtud que consiste en dar a cada quien lo que le es debido, y suele hablarse de la justicia conmutativa, que es la que regula la igualdad o proporción en los intercambios, y la justicia distributiva, que establece la proporción con que deben distribuirse los bienes. Ahora bien, muchas veces en las cuestiones concernientes a la sociedad se suele hablar de la justicia social, por lo que conviene detenernos un poco en el significado de esta expresión.
Más particularmente, se señala muchas veces la necesidad de la justicia social como la base moral para la solución de los diversos problemas que surgen en referencia a los temas del trabajo, de la economía, de los derechos humanos y de otros semejantes. La justicia social se ve cumplida cuando las personas y asociaciones pueden conseguir lo que les corresponde dentro de la sociedad.
La justicia social tiene que ver, por tanto, directamente con el bien común, ya que éste consiste en el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. Sin embargo la justicia social y el bien común se distinguen en cuanto que con la primera quiere indicarse propiamente lo que le es debido a personas y asociaciones de parte de la entidad social que los engloba, mientras que el bien común es algo más amplio.
El bien común puede variar según los lugares y los tiempos, y puede también crecer o decrecer debido a múltiples circunstancias, ya que hablamos de un conjunto de condiciones que no siempre dependen de la voluntad y decisiones humanas (un desastre natural daña el bien común, por ejemplo). La justicia social, en cambio depende de las decisiones humanas que establecen sistemas de convivencia, leyes y estructuras en los que puede encontrarse justicia o injusticia de diversas formas.
Afirmaba Benedicto XVI que “el mercado está sujeto a los principios de la llamada justicia conmutativa, que regula precisamente la relación entre dar y recibir entre iguales. Pero la doctrina social de la Iglesia no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado, no sólo porque está dentro de un contexto social y político más amplio, sino también por la trama de relaciones en que se desenvuelve”. Busquemos, por tanto, promover y defender generosamente la justicia social en nuestros medios.
