Por las mujeres que le temen a las cuatro paredes que las asfixian entre sangre y golpes, entre regalos y patadas, entre violaciones y promesas.
Por las mujeres que sin saber bien cómo han protegido a sus hijas del hambre a la que los condenó su padre al abandonarlos a su suerte, vendiendo empanadas, betterwere y tomando turnos dobles, mientras sus hijos crecen frente a la tele, con las puertas atrancadas para protegerse del exterior que el cuerpo de su madre no alcanza a abarcar.
Por las mujeres que no quisieron ser madres, pero lo fueron, porque temían las opciones, porque no les hablaron de ellas o porque les prometieron el cielo y las estrellas y ahora crían de la forma más consciente posible.
Por las mujeres que se esconden en las esquinas, bajo cuerpos bien visibles para que nadie las reconozca, mientras piensan en lo que la piel les compra a sus hermanos y hermanas, a sus hijos y a ellas mismas, y se sostienen y continúan.
Por las mujeres que se levantan de madrugada y caminan a oscuras hacia el primer camión del día, armadas, para poder defenderse si el de los jugos les vuelve a tratar de meter mano mientras van hacia el trabajo o hacia la escuela.
Por las niñas que no son vistas, que son golpeadas por quien debería cuidarlas, por aquellas que están confundidas solas, tristes, asustadas.
Por las mujeres que están luchando por escapar, poniendo órdenes de restricción, denuncias, acuerpándose a sí mismas, por las que se ya se tragaron el miedo y vomitaron la rabia, pero que topan con un sistema legal que las obstruye y no les permite defenderse con la presteza que ellas traen en las venas.
Por las mujeres discas y neuro diversas, a quienes su realidad ya les pesa demasiado y aun así luchan todos los días, dándose cuenta o no, para defender su lugar en el mundo.
Por las mujeres que están luchando por recuperar a sus hijos, las que están peleando pensiones dignas, las que van a los tendederos a gritar los nombres de los abandonicos.
Por las que sufren en silencio las violaciones sistemáticas de sus padres, tíos, hermanos, vecinos, parejas y el sistema mismo.
Por las que no saben o no quieren ver, asumir o aceptar las razones por las que dos veces al año las calles se inundan de fuego, rabia, catarsis y brazos entrelazados.
Por todas ellas y por las que nos faltan, por las niñas por nacer, por las mujeres que van a abortar, por las que se van a defender, por las que necesitan que las defiendan, mi lucha es por todas las mujeres, desde mi trinchera individual, desde mi trabajo colectivo, desde mi grito de batalla en tinta y letras, desde donde puedo y hacia dónde voy, mi estado permanente es de alerta por mis hermanas, amigas, hijas, sobrinas.
Siempre en la lucha.
